De todos es sabido que unos de los sectores más afectados por la maldición de la crisis es el del teatro. La pérdida de las ayudas públicas ha obligado a sus profesionales a trabajar, como en tiempos pretéritos, por un tanto por ciento de la taquilla. Tal vez por eso ahora, cuando la política cultural amenaza con volver a dejar la cultura en manos de la tradición, profesionales e instituciones se afanan por descubrir nuevas formas de atraer al público a los escenarios. Tenemos un ejemplo muy claro en la programación al aire libre que tiene lugar en diversos espacios emblemáticos de nuestra ciudad, como el Palacio de la Buhaira, el Patio del Hotel Triana, la sede del CICUS o el Palacio de los Marqueses de la Algaba, a los que se ha sumado este mes el ciclo Teatros Romanos en Andalucía, una interesante iniciativa de la Junta de Andalucía cuya finalidad es revitalizar y contribuir al mantenimiento de los teatros romanos más emblemáticos de nuestra comunidad, como el Teatro Romano de Santiponce, un espacio recuperado desde el año pasado gracias al Festival de Danza de Itálica. La idea no es nueva, Producciones Imperdibles la puso en marcha en 1997 con un ciclo sobre personajes ilustres sevillanos que convirtió en teatro a los Reales Alcázares. La primera obra, dedicada a Pedro I el Cruel, contó con un gran número de espectadores que, además de por el teatro, se sintieron atraídos por la imagen nocturna del monumento. Ese éxito les valió seguir montando en los sucesivos veranos en ese espacio hasta 2007. En 2008 el concejal de turno decidió apostar por la programación musical que se mantiene hasta hoy gracias a una mayor inversión que redunda en un precio de las entradas mucho más bajo. Pero José María Roca consiguió abrir el ciclo a otros espacios emblemáticos, como la Universidad de Sevilla, el Monasterio de Santa Clara o el Palacio de los Marqueses de la Algaba, donde este año han ofrecido su particular versión de La Venganza de D. Mendo, que aunque se aleja del ciclo ha obtenido un éxito tan rotundo que va a prorrogar durante septiembre. Al igual que ocurre con el Palacio de la Buharia, o el hotel Triana, donde El Corral de Comedias liderado por Vionto Sur Teatro lleva nueve años programando teatro clásico. Pero el Teatro Romano, gracias al Festival de Danza y a este nuevo ciclo, volverá a adquirir la condición para la que fue creada y los andaluces, además del viaje a los rincones de la imaginación que nos propone toda obra teatral, podremos viajar en el tiempo hasta identificarnos con el público que habitaba los teatros en el esplendor del Imperio, cuya espíritu parece impregnar el ambiente en las noches de luna llena que, como la pasada noche del jueves alumbró la representación de Lísistrata, de la joven compañía Tonia Tailor Company, que obtuvo una clamorosa respuesta del público asistente. A esta representación le seguirán la nota de Humor Platónico, de Malaje Solo (del 29 al 31 de agosto), Antígona, de Senssa Teatro (del 5 al 7 de septiembre), y Médea la extranjera, de Euripides de Atalaya Teatro (del 12 al 14 de septiembre. El ciclo contará también con actuaciones en otros teatros romanos ubicados en Bolonia (Baelo Claudia), Málaga y Cádiz. Les auguramos una buena acogida de público que permita la consolidación de este ciclo y que, al igual que en el resto de los espacios monumentales, se pueda llegar a estrenar nuevos productos, algo de lo que por desgracia adolece el resto de la programación teatral del verano sevillano, debido al riesgo de ir a taquilla con aforos reducidos como el del patio de la Buhaira, con muy poca difusión y demasiadas exigencias en cuanto a la seguridad. No obstante, como señala Mayte Lozano, de Viento Sur Teatro, este año han funcionado muy bien allí el teatro contemporáneo, como Los Penseques del joven autor Antonio Raposo, o los cabaret teatrales como el Dudual News de Juanjo Macías, quien reconoce que gracias a este tipo de espacios los teatreros andaluces han tenido la oportunidad de ganar público para sus propuestas. Por no hablar de lo que significa, como reconoce Rebeca Torres, protagonista de Lisístrata, poder tener trabajo durante el verano o, como señalan Antonio Raposo o Juanlu Corrientes, que las compañías se vean obligadas a tener mucho más en cuenta al público al que dirigen sus productos. Aunque sería conveniente una programación más duradera en el tiempo, una mayor promoción y un mínimo apoyo económico para abordar nuevas producciones.