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Jaime Urrutia: "Perdí cosas, pero gané mi propia carrera"

el 20 may 2010 / 19:19 h.

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Jaime Urrutia sonríe cuando se le pide que evalúe la situación actual de la música. Desde que fundara Gabinete Caligari hace casi 30 años, ha tenido tiempo de ver de todo, el esplendor y la debacle de la industria. “Sacamos nuestro primer disco en plan independiente, pagado por mi hermano y por un amigo, porque las multinacionales no contaban con nosotros. Luego las independientes fueron creciendo y acabaron absorbidas por los peces gordos. Ahí vino la bonanza, se vendían muchísimos discos, pero a finales de los 90, con internet y el top manta, empezó la decadencia”, recuerda.


Sin haber dejado nunca de estar en la brecha, Urrutia (Madrid, 1958) volvió al estudio para grabar un nuevo trabajo en solitario, titulado Lo que no está escrito. Un disco con el que vuelve a quedar patente que los viejos rockeros ni mueren ni se jubilan. “Sí, la verdad es que con gente como Loquillo, Calamaro, Bunbury, Santiago Auserón o Los Secretos, seguimos ahí. Nos dedicamos a esto, y supongo que la veteranía también aporta”, explica el cantante. “Sin ser un artista muy vendedor, tengo un público fiel que me sigue y que me espera. Hay que seguir haciendo lo tuyo con honestidad”.


En Lo que no está escrito, Jaime Urrutia ha querido recurrir a un sonido de genuino sabor vintage, a la antigua usanza -concretamente en los estudios Circo Perrotti-, en un momento en el que precisamente los grupos jóvenes andan locos con las nuevas tecnologías. “No soy el único que busca ese sonido, los Pereza sin ir más lejos han grabado con unos aparatos parecidos. Digamos que es una moda más dentro del gran abanico de posibilidades de que disponemos hoy. Si puedes lograr el sonido primigenio de los años 50 y 60, lo haces. Si tienes a mano los micros con los que grababa Elvis y te gusta cómo son, ¿por qué no trabajar con ellos?”, afirma.  


Acompañado por Esteban Hirschfeld, Candy Caramelo, José Niño Bruno y Juan Carlos Sotos, Urrutia no duda en agarrar un pasodoble y darle aires de ska juguetón (Lo que no está escrito) o ir al encuentro del swing (Tanta paz lleves), como se pierde entre bucles de folk-rock (Tarde), asume el funky con guiños a la música disco de la década de los 70 (De perdidos al río),  le atiza al rock correoso y veloz (Siempre a veces) o firma magnas baladas arrebatadas (Aquí sin más y Y nos dirán). También enreda el pop con el rhythm and blues (Tus problemas), entrega un tema rítmico de esos que son como clásicos personales (el recuperado Tratando, con la voz, en una nueva toma, de Andrés Calamaro) o se traslada hasta los orígenes del rock and roll pero con su impronta más chulapa (Venga ya!).

Lo que permanece inalterable es el personalísimo estilo de Jaime Urrutia, ese modo en el que asimila toda la tradición del pop y el rock anglosajones, y a la vez cómo logra llevarlo a su terreno, hacer que todo resulte españolísimo a más no poder. “Está claro que la base la aprendí con los Beatles, los Rolling Stones, los Kinks, y más tarde empezamos a escuchar mucho a los Cure, a Joy Division... Y así con Gabinete fuimos haciéndonos una personalidad, que respondía también a un deseo de desmarcarnos de otros grupos. En la mili me harté de escuchar cosas de Los Chunguitos y cante flamenco, y me di cuenta de que no podía renunciar al lugar del que venía. Por ejemplo, si me gustaban los toros, no tenía por qué esconderlo en mis canciones”, evoca.

Esa españolidad sin complejos marcó tanto las letras como las bases de las canciones, hasta el punto de convertirla en “marca de la casa”, según sus propias palabras. “Nos parecía un poco provocación, por ejemplo, hablar en una canción de Soria, una ciudad de la que nadie habla. Pero no se trataba de provocar por provocar, sino de reivindicar algo que está en la poesía de Machado y Bécquer. Y tuvimos nuestro éxito”.

Urrutia se separó de Gabinete Caligari “porque como grupo había cumplido su ciclo”, asevera. “Mis compañeros querían ir por otro lado, les gustaba muchísimo Nirvana y querían hacer tal vez algo más enérgico. Y a mí me apetecía probar con otra gente. Además, componer canciones es algo muy personal y ya era mayrcito para hacerlo. Habré perdido cosas, pero he ganado a cambio mi propia carrera”.

El músico español está de vuelta, si es que alguna vez pudo decirse que se había marchado. Ahora sólo cabe preguntarse: ¿Qué sería un éxito para Jaime Urrutia respecto de Lo que no está escrito? Después de dudar unos segundos, responde: “25.000 copias vendidas y hacer 50 bolos este año lo sería. Pero todo es muy relativo:  si hay 5.000 compradores y se lo pasan de puta madre, también está genial”, apostilla .

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