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Japón para sevillanos

Una exhibición de kimonos y la ceremonia del té deleitaron a los visitantes en la sede cultural de Cajasol de la plaza de San Francisco

el 08 jun 2013 / 23:33 h.

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Azafatas vistiendo a una maiko y una geisha. Foto: J. M. Espino (ATESE) Azafatas vistiendo a una maiko y una geisha. Foto: J. M. Espino (ATESE) Sevilla (a través de Coria del Río) y la ciudad japonesa de Sendai se conocieron hace 400 años, si bien pronto se ignoraron durante siglos. Ayer se rompió una lanza por la memoria en la Fundación Cajasol, donde la embajada japonesa, entre otras instituciones, organizó exhibiciones de baile y desfile de kimonos y la ritual ceremonia del té ante un centenar de sevillanos entusiasmados. Es el prólogo a la visita oficial que el heredero al trono de Japón, Naruhito, efectuará el día 14 a Sevilla y Coria del Río. La historia cuenta que el samurai Hasekura Tsunenaga llegó a esa población dos años después de salir de Sendai en 1613, en una misión diplomática encargada por su señor feudal y que el devenir de la historia tornó inútil, al cortar al poco Japón toda relación con occidente. Sus descendientes se quedaron en Coria, y hoy son frecuentes allí las personas de ojos achinados que comparten un exótico apellido: Japón. En recuerdo de esa expedición la compañía Intercambio Internacional de la Cultura del Kimono de Sendai exhibió en Sevilla las habilidades de la maestra Suzuki y sus pupilas, que pasearon estos trajes tradicionales femeninos, pensados en parte para dificultar sus movimientos. Para interpretar las evoluciones del baile con kimono ayudó al público una japonesa afincada desde hace 13 años en Sevilla, Yoko Abiko. Pero más espectacular fueron los más de 20 minutos que cuatro azafatas tradicionales tardaron en terminar de vestir (desde cero habrían tardado más de una hora, confiesa Katsuhiko Imae, de la organización) a una aprendiz de geisha (la maiko Emiko) y a una geisha (Tomiko Nashira). Capa a capa fueron añadiendo fajos, sedas y bordados sobre los ya recargados kimonos, y la comparación mental con el trabajo de las camareras con las Vírgenes era difícil de evitar: la geisha y la maiko permanecieron todo el tiempo quietas como estatuas y bajo una barroca montaña de pliegues de seda. La ceremonia del té, para lo que la organización del espectáculo pidió un par de voluntarios entre el público, corrió a cargo de un grupo de recuperación del folklore de Tokio, y también supuso otra media hora de parsimonia (en versión original hubieran sido dos, amenizadas por recitales de haiku, instruye el señor Imae), en un rito cargado de significados:el maestro del té (un norteamericano, John Tate, que lleva 10 años en Japón) prepara sus utensilios, deposita el té, lo agita y ofrece el cuenco (Abiko explica al público que pueden costar 20.000 euros), que se gira de una determinada manera antes de beber el líquido en tres sorbos. Sendai agradeció a Sevilla no sólo su encuentro de la época del Quijote. También un calor mucho más cercano:el apoyo tras el maremoto de 2011, cuando el tsunami arrasó, entre muchas otras, la ciudad de la que partió Tsunenaga, cuya zona habitada costera desapareció por completo. Hará falta  mucho tiempo para recuperar tanto los edificios como el espíritu de sus vecinos.

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