En contra de los planteamientos de su propio partido en esta materia, el presidente de los populares andaluces, Javier Arenas, anunció ayer que llevará una iniciativa al Parlamento autonómico para que se abra un debate sobre la conveniencia de instaurar la cadena perpetua en el sistema penal español.
El líder del PP dice hacerlo a título personal y para darle respuesta al sentir de la calle tras el asesinato de Marta del Castillo, a cuyos padres visitó ayer en su domicilio de la calle Argantonio. En estas mismas páginas hemos hecho hincapié en la necesidad de comprender el deseo de los padres de Marta de que los autores de un crimen tan execrable cumplan el máximo tiempo posible en la cárcel. Pero una cosa es sumarse al dolor de una familia asolada por la tragedia y otra bien distinta es que alguien tan destacado como el líder de la oposición en Andalucía se aproveche del clima general de rabia para encabezar una petición de implantación de la cadena perpetua.
Javier Arenas es un político curtido y sabe que su reflexión nunca puede ser "a título personal". Conoce, porque es imposible que no sea así, que la Constitución no ampara una solicitud de este tenor y que, además, el propio Partido Popular, del que él es una de las figuras más destacadas, se ha mostrado una y otra vez contrario a abrir esta discusión. Arenas se equivoca además en el momento en el que presenta la proposición. Si de verdad dice que no puede haber "temas tabúes" y que hay que abordar este debate con tranquilidad y consenso, cómo es que lo plantea cuando todavía ni se ha encontrado el cadáver de Marta del Castillo y la sociedad sigue aún conmocionada por lo sucedido.
Un político de la talla y responsabilidad de Javier Arenas debería de tener sumo cuidado en no caer en el terreno de la demagogia en asuntos como el que estamos viviendo. Si de verdad cree que hay que abrir este debate, que espere y que lo haga cuando todo se haya calmado y se pueda discutir en un escenario de mayor serenidad.
