El bailaor Javier Barón y la cantaora Esperanza Fernández estrenan esta noche a las 20.30 horas en el Teatro Lope de Vega Arrabales, un espectáculo que pretende demostrar, bajo la dirección de David Montero, que el flamenco nunca fue una música y una danza de centros, sino de periferias.
Con la intención de "poner al día la tradición" se encontrarán en esta Bienal estos dos artistas sevillanos que llevaban años queriendo juntarse. Según describe su director de escena y autor del guion musical, David Montero, "el flamenco fue una música y una danza de arrabales, de allá donde los pobres se juntaban con los rebeldes, de donde paraban los recién llegados del campo que no entendían ni sabían del ajetreo y ruido y el desamparo de no ser nadie. No sabían, no; pero lo aprendieron pronto". Según relata, "no sólo la ciudad tiene arrabales, también los tienen las horas, los días y la memoria y el corazón. En esos arrabales se han citado Esperanza Fernández y Javier Barón".
La cantaora nació en Triana, pero se crió entre el barrio de Felipe II y Alcalá de Guadaíra, precisamente el pueblo de Javier Barón. Así se conocen desde chiquillos y, como recuerda Fernández, "empezamos juntos en el mundo del arte". Después, cada uno fue creciendo por su camino, pero siempre pendientes el uno del otro. Y, curiosamente, ambos lo hicieron con una filosofía similar. Dice la cantaora que Barón "es, como yo, una persona muy luchadora y así seguimos los dos, luchando por mantener la postura y subir escalón tras escalón". Así que no les ha resultado difícil encontrar puntos de encuentro para crear un espectáculo juntos.También tiene mucho que ver su postura común respecto al flamenco, como música y como baile. Según adelanta el bailaor, el repertorio va a ser tradicional, pero poniéndolo al día". No quieren adelantar mucho para mantener la expectación pues, según la cantaora, "va a haber cosas en mí no escuchadas y cosas en su baile no vistas antes". Pero sí adelantan que trabajan sobre estilos como el martinete, la saeta, la bulería, la cantiña, el romance...
