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Javier Calleja, 'Play Room'

Aunque normalmente se piensa que 'Los viajes de Gulliver' es un libro para niños, eso es lo último que se le hubiese ocurrido considerar a Jonathan Swift cuando lo escribió. Lo único que tenía en la cabeza cuando ideó este cuento eran las tribulaciones políticas de la sociedad inglesa de su época.

el 14 sep 2009 / 23:56 h.

Aunque normalmente se piensa que 'Los viajes de Gulliver' es un libro para niños, eso es lo último que se le hubiese ocurrido considerar a Jonathan Swift cuando lo escribió. Lo único que tenía en la cabeza cuando ideó este cuento eran las tribulaciones políticas de la sociedad inglesa de su época. Realmente, la historia es una profunda sátira encubierta de tono moralizante, relatos donde los pequeños liliputienses, modestos y valientes, representarían a la generalidad del pueblo británico, y los gigantes de Brobdingnag, soberbios y codiciosos, a los aristócratas. Tengamos cuidado porque bajo el supuesto infantilismo de algunas propuestas sencillas que optan por formas accesibles, bajo ese manto cándido, se encubren planteamientos serios de insospechado cabotaje. Recordemos también 'El Principito' de Antoine de Saint-Exupéry para corroborarlo.

La instalación 'Play Room' de Javier Calleja que puede verse hasta mediados de abril en el CAC Málaga pertenece a ese grupo de obras que, enfundadas en un traje de apariencia lúdica apto para todos los públicos, esconden mucho más de lo que enseñan. Detrás de su aspecto frágil, tras una estudiada organización espacial que juega con las escalas, se contemplan escenarios inverosímiles que nos revelan la importancia del relativismo (nada es grande ni pequeño por sí mismo, los tamaños dependen, siempre, de una comparación.) Si logramos traspasar la mera apreciación superficial, descubriremos entre sus candorosas acumulaciones en miniatura una cuidadosa distribución de inexpresivos personajes con la cabeza cuadrada en situaciones imposibles, acciones congeladas que enfrentan con sutileza lo macrocósmico frente a lo microcósmico.

El delicado trabajo de Javier Calleja es una lograda reivindicación del mundo de los niños, universos inconscientes perfectamente estructurados que adoptan lógicas internas maravillosas. Imaginativas creaciones carentes de prejuicios que durante la adolescencia terminan siendo holladas por las triviales preocupaciones de los adultos.

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