Local

Javier Queraltó, ciudadano

Javier Queraltó ha tenido un merecido homenaje con ocasión de su jubilación al servicio de la administración pública. En Sevilla no es frecuente este tipo de reconocimientos.

el 15 sep 2009 / 15:55 h.

Javier Queraltó ha tenido un merecido homenaje con ocasión de su jubilación al servicio de la administración pública. En Sevilla no es frecuente este tipo de reconocimientos en el mayoritario segmento de la población ajeno a las instituciones tradicionales y que no suele salir en los periódicos.

Queraltó no ha sido hermano mayor de nada, ni se mueve por los recuadros del mundo empresarial o corporativo y su paso temporal por la política lo fue de aquella manera de los primeros años de la democracia recuperada, cuando la ósmosis entre los cargos públicos y la sociedad civil se producía con naturalidad, en función de la preparación, la capacidad y el mérito adquirido fuera de los partidos políticos, entonces emergentes y ahora convertidos en rígidas trastiendas.

Javier Queraltó fue uno de los cuatro arquitectos que estuvimos en la primera corporación democrática entre 1979 y 1983 presidida por el Alcalde Luis Uruñuela, junto a Vicente Sanz y a Francisco Pavón, desgraciadamente fallecido hace pocos meses. Siempre dedicado a mejorar el espacio público y el paisaje urbano de Sevilla, repetiría en el gobierno monocolor socialista de Manuel del Valle.

Ambos alcaldes, así como el actual, Alfredo Sánchez Monteseirín, junto a un amplísimo grupo de amigos y compañeros, estuvimos presentes en este encuentro celebrado en La Basílica, el restaurante asentado en el interior del frustrado templo que en los años veinte del siglo pasado proyectara Aníbal González en la Huerta del Rey, y recuerdo semifurtivo del colegio de los jesuitas en los años cincuenta.

Con esa simpatía característica, en la que el ingenio y la seriedad pueden convivir, y que tantos preferimos al modelo aceptado del caricato, chistoso y gritón, Queraltó nos regaló una autosemblanza entrañable y divertida. De manera ajustada, Javier describió lo que comporta adquirir un compromiso de ciudadanía.

¡Lástima que no hubiera mas gente joven para escucharlo! Habló del franquismo final en su juvenil participación en las actividades del Colegio de Arquitectos, su opción por los valores públicos de la arquitectura y del urbanismo, su militancia en el partido socialista, sus años de munícipe empeñado primero por la recuperación de los pavimentos tradicionales, como los adoquines que sobrevivían debajo del asfalto (y encima de la playa), y luego por renovar el mobiliario urbano.

En las últimas décadas, que tan deprisa se han consumido, ha sido un ciudadano comprometido en los nudos conflictivos de la ciudad, y ha ejercido su labor profesional en distintas misiones como técnico en el servicio público como, últimamente, en la Oficina de Rehabilitación del casco norte de Sevilla.

En su nómina figurará ya como "clases pasivas", pero al verle pasar subido en su bicicleta, sabremos que sus ojos habrán visto algo que su inteligencia estará procesando y con su sensibilidad elaborando una respuesta adecuada de la que nos hará partícipes. Entrañable amigo, ejemplo de ciudadanía, de la que no tendrá jubilación. Por muchos años.

Catedrático de Arquitectura de la Hispalense vpe@us.es

  • 1