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'Jazz Maynard' vol. 4: Una saga barcelonesa

Fue una de las más gratas sorpresas que el tebeo nacional nos deparó entre 2008 y 2009. y ahora ‘Jazz Maynard’ vuelve para seguir ofreciéndonos aventuras al límite.

el 24 jun 2010 / 17:41 h.

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Comentaba no hace mucho a hilo de Los perdedores que, de un tiempo a esta parte, el cómic noir vuelve a disfrutar de una salud de hierro. Lo que pasaba por alto era puntualizar que dicha salud tiene tanto o más talante a este lado del charco que en tierras yanquis.

Y es que el género negro es uno al que el tebeo europeo no duda en acercarse cuanto más, mejor. Ejemplos de ello podemos encontrar a manos llenas desde la magistral Blacksad, hasta la no menos soberbia RG, pasando por todo un rosario de títulos de entre los que Jazz Maynard destaca con especial fuerza.

Mezcla de cómic policíaco, thriller, acción, artes marciales, música y comedia, el fantástico cóctel que Raule y Roger conseguían con los tres primeros álbumes de la serie era uno que no escapaba a la atención de críticos de todo el país, que no tardaron en alabar las muchísimas virtudes tanto de los guiones del primero como del dibujo del segundo.

Y es precisamente la labor de Roger lo primero que llama poderosamente la atención de Jazz Maynard. Estilizando al máximo las redondeces de Alan Davis o Adam Hughes, el artista barcelonés hace gala de una gran personalidad que no se limita al innegable atractivo de su trazo, sino que ofrece en cada página un poderoso recital narrativo siempre dentro de las constricciones de la viñeta, sacando Roger un partido inusitado a la distribución y distinto tamaño de las mismas y, sobre todo, a cómo coreografía unas escenas de lucha en las que el dibujante se muestra especialmente eficaz y sorprendente, controlando a la perfección el entorno en el que sitúa a los personajes para evitar una molesta sensación de caos.

Con un talento tan impresionante al lado, la labor de Raule podría haber quedado eclipsada, algo que el guionista evita de forma magistral articulando una historia cuyo punto álgido es la concreción de los personajes y la interacción entre los mismos. Con el telón de fondo de la ciudad Condal, Raule va trazando a sus personajes con pulso firme, definiendo a los mismos con pocas líneas de diálogo y creando a un protagonista central, Jazz, de indudable atractivo y enorme potencial.

Como si de una explosiva mezcla entre Bourne, Bond, Remington Steele (genial la cita a La Princesa Prometida) o el protagonista de Shoot'Em Up se tratara, Jazz Maynard es uno de esos personajes que atrapa nada más verlo. Todo un descubrimiento que este cuarto volumen no hace más que confirmar.

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