Tras una temporada algo convulsa, sobre todo por las críticas y por la tempranera eliminación de la UEFA, el técnico de Arahal ha sabido salir a flote de una manera espectacular, colocando al Sevilla en el podio de la Liga y en la Liga de Campeones. Ahora repasa la campaña pasada y mira la próxima.
- Objetivo cumplido, contrato renovado... tocan vacaciones.
- La verdad es que la planificación no permite que te relajes ni que desconectes, y además estos días hay que tener detalles con muchas peñas y con gente que te reclama.
- Pero algún tiempo dedicará a descansar.
- Sin el fútbol me aburro, pero es verdad que tengo que desconectar. Me gustaría acostarme un día sin ponerme el despertador.
- Dormiría tranquilo, porque ha cumplido con su labor y ha sido renovado.
- Estoy contento y satisfecho, porque hemos logrado el objetivo. Ha sido muy importante y especial, porque además Manolo Jiménez se ha renovado por los resultados, y eso es lo que me llena. Lo dijo el presidente y de todos los piropos que me han lanzado es el que más me ha gustado porque no ha sido gratuito. Si me quedo en el Sevilla es por los resultados, no vale ser sevillista, canterano, alto o guapo, valen los objetivos.
- ¿Dudó alguna vez?
- Tu trabajo te da seguridad si ves que lo estás haciendo bien, aunque el valor es el resultado, eso está claro. Nunca he dudado de mi capacidad de trabajo.
- Pero ha habido momentos complicados.
- Ha habido momentos en los que veía que estando a nuestro máximo nivel la gente dudaba. Ser terceros es a lo máximo que podemos aspirar, podemos engañarnos y soñar, pero si no se está contento así es imposible dar más. No entendía el porqué y eso me hacía dudar. Pero gracias a la exigencia hemos crecido más. Si nos dicen que somos guapos nos podría haber pasado lo de Bilbao.
- ¿Se planteó no seguir?
- Confesaré una cosa. Justo después de terminar el partido contra el Deportivo viví el momento más difícil de la temporada. En la grada había más de un representante de más de un equipo esperando a hablar conmigo. Pasaron cinco minutos que me hicieron pensar si merecía le pena seguir o no. Pero fui atropellado por los futbolistas y allí mismo decidí que quería seguir. Me dejé guiar por los sentimientos y pensé que de 38 partidos había sido pitado en uno, y que había sido ovacionado en muchos, aunque prevalezca el que me pitaron.
- ¿Esa incertidumbre la despertó la afición?
- Dentro de la gran masa sevillista hay un grupo de personas que piensa una cosa, otros, otra, pero ahora con los números todos admiten por lógica que ha sido una gran temporada. Uno no puede caer simpático a todos.
- ¿Y a qué atribuye esas críticas de la grada?
- Creo que ha habido descontento porque hemos perdido seis partidos en casa, y de ellos cuatro evitables y con equipos de la zona media baja. Pero con estos equipos es más difícil porque vienen a no jugar, hay que tener más paciencia. Si los seis partidos de casa perdidos los hubiésemos cambiado por seis victorias de fuera no habría sido así.
- ¿Y a qué se debe ese bajo rendimiento en casa?
- El Sevilla de los sevillistas, no el Sevilla de Jiménez, es muy grande, y todos los equipos llegan a encerrarse. Tras el Camp Nou y el Bernabéu, el Pizjuán es el campo donde los rivales más juegan al estilo 'amarrategui'.
- ¿Pide demasiado la afición?
- Gracias a la afición somos lo que somos, sin ellos no estaríamos aquí. La mayoría de la afición está contenta, una minoría o una parte, importantísima, lo ve de otra forma. Pero ganar títulos todos los años no es fácil, y menos cuando los presupuestos ni se asoman a la mitad de los clubes que los ganan habitualmente estos títulos.
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