Joaquín Sánchez celebra un tanto con la elástica de su actual club: la Fiorentina. / Maurizio DeglInnocenti
En una época en la que los extremos son una especie en peligro de extinción, el uno contra uno suena a lance de un fútbol ya desaparecido y las cabalgadas junto a la línea de banda parecen prohibidas, Joaquín Sánchez vuelve a Heliópolis. Tiene 33 años y no lo hace para formalizar su regreso, aunque sea su sincero deseo; también el de muchos béticos. El sueño imposible de una noche de verano, visto lo visto.
Vuelve a casa para jugar el penúltimo amistoso de su ex, lógicamente como enemigo, igual que hizo ya a favor del Valencia y el Málaga. Su Fiorentina recala hoy en La Palmera y es un buen momento para recordar un poco de lo mucho bueno que Joaquín hizo por las trece barras.
El primer partido de Joaquín con el Betis fue en Santiago de Compostela una tarde de septiembre de 2000. Era la jornada inaugural de la temporada en Segunda y el entonces chaval de 19 años se encontró con que Fernando Vázquez le daba la responsabilidad de ser titular en el kilómetro cero del camino hacia el ascenso. Seis años después, Joaquín se marchó al Valencia a cambio de 25 millones de euros y la tristeza de la afición bética, de la que era (y es) indiscutible ídolo.
Antes de todo eso hay otro Joaquín, el que llegó al Betis cadete tras formarse en El Puerto de Santa María, primero en Los Frailes y luego en el Safa San Luis. Tenía 15 años cuando se plantó en la ciudad deportiva junto a Eduardo Méndez, el mismo que había traído a sus paisanos Pinto y Salguero (cuñado suyo, por cierto).
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