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José M. Caballero Bonald: "La novela exige unas ganas y un tiempo que ya no tengo"

El jerezano José Manuel Caballero Bonald visitó ayer la Biblioteca Infanta Elena para dar una conferencia. El escritor vuelve a la poesía con un nuevo libro, 'La noche no tiene paredes'

el 16 sep 2009 / 02:37 h.

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-Hay un lugar común que señala que la poesía es un género de juventud, pero usted parece empeñado en desmentirlo.

-Yo siempre he pensado que la poesía es un género de juventud, pero también es cierto que la poesía rejuvenece. Además, como he abandonado la prosa, es decir, la novela y las memorias, tengo un estado de ánimo propicio. La novela exige unas ganas y un tiempo que no tengo, pero sí para escribir poesía.

-Cuando volvió a la poesía con Manual de infractores, dijo que ese estado de gracia creativa se debía a la rabia y el desasosiego que le producía la situación de entonces. ¿Se mantiene esa tensión en la actualidad?

-Creo que sí, que este libro prolonga ciertos aspectos de Manual de infractores. En La noche no tiene paredes vuelvo a poner el dedo en la llaga de ciertas injusticias, atropellos, todo lo que está ocurriendo por el mundo, la corrupción, la crisis, el no saber qué está sucediendo, como esa pandemia que ignoramos si es real o un manejo de las multinacionales farmacéuticas. Todo esto me sigue produciendo un rechazo permanente del que procuro curarme escribiendo, trasvasando a la poesía mi pensamiento moral.

-Sí, en su libro abundan los aforismos, las sentencias... ¿Cree que la poesía puede ser un buen terreno para el pensamiento, la meditación?

-Yo siempre he defendido la idea de que la poesía es un instrumento magnífico para ejercer la crítica sobre la sociedad y sobre la vida. He dicho con frecuencia, y lo sostengo, que es una forma de defensa contra las ofensas de la vida, y desde luego la sigo usando. En mis poemas hay experiencias, evocaciones, pero siempre con una base crítica.

-La primera vez que le oí el título de su nuevo libro fue en esta ciudad, cuando apadrinó el encuentro de jóvenes escritores de la Fundación Lara y se despidió de ellos recordándoles que "la noche de sevilla no tiene paredes". Por curiosidad, ¿surgió ahí la idea, o ya le rondaba?

-Es un título que me ha perseguido bastante. Me parece que recoge el sentido de la libertad de la noche, ese tiempo en que puedes vivir a fondo, y además la noche como la parte oscura de la vida, todo lo prohibido. También aludo a la noche mística, la noche oscura del alma, pues en el libro recupero experiencias de lector de místicos no sólo cristianos, sino también sufíes.

-Usted ha sido un verdadero perito en noches, ¿cómo recuerda aquellas en las que se forjó el Caballero Bonald escritor?

-Bueno, sobre todo puedo decir que eran muchas, muchas noches. Cuando era joven las usaba para vivir a fondo, para vivir largamente, pero también me ha gustado escribir de noche, pensando que era ahí, de madrugada, donde podía desarrollar mejor mis facultades.

-Si ahora tuviera 20 años, encontraría bares cerrados a las tres de la mañana, con la música prohibida y las copas a ocho euros, ¿qué le parece?

-Las noches tienen para mí ya una limitación evidente, me canso, estoy viejo. Recuerdo, en efecto, que antes siempre había sitios que estuvieran abiertos hasta tarde, siempre nos las arreglábamos para encontrarlos, por muy inverosímiles que fueran. Ya nada es lo mismo. En los años 50 y 60, en el franquismo, la noche era un espacio para la vida y la diversión, pero la risa y la bebida nos servían como forma de oponerse a la mediocridad ambiental, para hacer que los bien pensantes se irritaran. La noche era el sitio de la complicidad, de reuniones clandestinas que invariablemente derivaban en reuniones etílicas.

-¿Sigue cultivando su afición a los alcoholes, o la abandonó por completo?

-El futuro se acorta y el sentido de la experiencia cotidiana es muy diferente para mí. No me puedo permitir esos lujos, por una elemental cuestión de salud.

-Dice Gimferrer que el tema central de su poesía es el lenguaje. ¿Cómo se explica eso con su compromiso inamovible?

-Estoy de acuerdo con Gimferrer, para mí la poesía es un acto de lenguaje y de procedimiento. La poesía se inventa a medida que se escribe. El tema me importa muy poco: lo que me interesa es que las palabras creen una nueva realidad.

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