El 4 de mayo de 2008, después de participar en una presentación de la Feria del Libro, fallecía en Sevilla el periodista José María Bernáldez, popularmente conocido como director del programa Al Sur y un referente de la información cultural andaluza.
Poco después de este lamentable suceso, la recién creada Asociación de Periodistas Culturales de Andalucía acordaba llevar el nombre de este profesional a modo de homenaje y empezaba a fraguarse la idea de una antología de su vasta obra crítica, diseminada en medios como El País, El Imparcial, Cuadernos Hispanoamericanos, la revista Mercurio o El Correo de Andalucía.
El resultado acaba de ver la luz en la editorial Metropolisiana bajo el desenfadado título La niña mala soy yo -extraído de una conversación entre Bernáldez y Vargas Llosa- y refleja más de 30 años de lecturas y ejercicio crítico de enorme seriedad y altura intelectual.
Según afirma José Manuel Caballero Bonald en el prólogo, Bernáldez "manejaba la ironía con una llamativa finura y hacía gala, sin el menor alarde jactancioso, de una excelente cultura literaria. Se veía enseguida que amaba los libros", recuerda el jerezano.
El también escritor Antonio Hernández, en otro de los textos introductorios, subraya en él "la mesura que no renuncia a la libertad", lo que hacía de él "tan gran profesional como amigo y ciudadano comprometido", agrega. "Se nos fue cuando menos lo esperábamos y más esperábamos de su talento".
Otros textos vienen firmados por la periodista y escritora Eva Díaz Pérez -que hace una completa semblanza biográfica-, Antonio Rodríguez Almodóvar, Fernando Iwasaki y Manuel Pedraz, entre otros, así como una breve entrevista que le hizo Alfredo Valenzuela para ABC.
Pero el contenido central del volumen es precisamente el recorrido por el examen al que Bernáldez sometía los libros que caían en sus manos, empezando por una severa reprimenda a los best-sellers del tardofranquismo -José María Gironella, Torcuato Luca de Tena, Vizcaíno Casas- y terminando por el texto ¿Una nueva generación de narradores andaluces? que escribió para el encuentro titulado Atlas Literario Español.
Entre uno y otro, el lector encontrará una reivindicación de Max Aub, una reflexión sobre la deriva del boom latinoamericano, una entusiasta celebración del Doctor Pasavento de Vila-Matas, una firme defensa de Hemingway o una disquisición sobre Isaac Asimov, por espigar algunos ejemplos, pero lo que invariablemente encontrará serán notables muestras de lucidez, rigor y perspectiva, atributos que tal vez no abundan demasiado en la crítica española de las últimas décadas.
Hombre de izquierdas, madridista irredento, hedonista a tiempo completo, Bernáldez será recordado como el lector total que fue, dueño de una memoria prodigiosa que transmitía la sensación de saberlo todo.
"Trabajé con él durante 11 años, y como jefe siempre fue extraordinario. Te reprendía con cariño y te felicitaba con efusión, cosa poca habitual", recuerda la periodista Ana Mercedes Cano, su más estrecha colaboradora en Al Sur junto a Miguel Chaparro.
"Era un hombre muy brillante, del que cada día aprendías, y sobre todo un hombre dialogante. Tenía una especial debilidad por la literatura, pero sabía mucho de cine, de teatro y arte contemporáneo. Al Sur era un sueño para él: un espacio donde cultivar la cultura como un alimento imprescindible para el hombre. Si sigue existiendo, a pesar de estos tiempos duros, se debe al amor y dedicación que él puso", apostilla.