Cultura

José Mercé vino a poner el disco

Nunca he entendido el éxito de José Mercé y lo digo desde el punto de vista del cante; en otras cuestiones, como son su carisma, su buena planta y su simpatía, que entren otros. Tampoco le he negado nunca sus cualidades, que las tiene: el rajo gitano de su voz, el compás y esas cosas, están ahí y es lo único que explica su éxito.

el 15 sep 2009 / 16:10 h.

Nunca he entendido el éxito de José Mercé y lo digo desde el punto de vista del cante; en otras cuestiones, como son su carisma, su buena planta y su simpatía, que entren otros. Tampoco le he negado nunca sus cualidades, que las tiene: el rajo gitano de su voz, el compás y esas cosas, están ahí y es lo único que explica su éxito. Es de los cantaores con menos conocimientos que conozco, y conozco a unos cuantos. Y sin conocimientos, sinceramente, es imposible ser una figura de verdad en el cante jondo. Por eso lleva treinta años cantando los mismos cantes y las mismas letras, en el mismo orden y con los pellizcos dados en el mismo sitio. Cuando le hacen algo nuevo para que venda decenas de miles de discos, ahí está lo que ha hecho. Esto me recuerda una historia que me contaron hace muchos años. Tras la muerte de un tío muy millonario, el abogado familiar reúne a los hijos para abrir el testamento. Entre los hijos había un retrasado mental y el millonario se lo había dejado prácticamente todo a él. "El cortijo, para mi Manolito; el barco, para mi Manolito; el chalé, para mi Manolito". Los hermanos, cada vez que el abogado adjudicaba algo a Manolito, se quedaban todos mirándolo estupefactos, como pidiéndole explicaciones. Y Manolito, sonriendo, se encogía de hombros y decía: "¡Ah! Al te le toca, le toca!". A José Mercé le ha tocado disfrutar de este éxito, que otros muchos cantaores, sin duda mejores, se murieron y se van a seguir muriendo sin disfrutarlo. No es culpa de José Mercé; él se limita a cantar lo que sabe, como sabe y como puede, a cobrar mientras más mejor y a dar a entender que le debemos toda la gloria que vive actualmente el flamenco. Por eso se puede permitir venir a una Bienal y a un teatro como el de la Maestranza a cantar lo de siempre, con la voz sin brillo, aliviándose en cantes como las alegrías y dejándole parte del trabajo a los guitarristas y a los palmeros. No se puede recibir más con menos; el teatro lleno, la crítica aplaudiéndole y los olés del público. No me digan que no es una especie Primitiva. Pero estas cosas son así. Al que le toca, le toca. Y conste que he disfrutado muchas veces de su rajo gitano, su compás y su inigualable pataíta por bulerías. Pero eso es una cosa y venir a la Bienal a ofrecernos una faena de aliño, otra muy distinta. Al parecer, el cantaor se cabreó en las pruebas de sonido y estuvo a punto de irse a su casa. ¿Tanto trabajo cuesta ponerle sonido a una voz y una guitarra pelás y mondás? Menos mal que la Curra nos colmó el gusto con esa manera suya de bailar. ¡Qué arte!

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