Local

José Tomás corta tres orejas en el vis a vis con Morante de la Puebla

El diestro de Galapagar acabó con el papel en el festejo estrella del esperado abono choquero

el 04 ago 2012 / 15:08 h.

TAGS:

La expectación estaba servida. José Tomás actuaba por segunda vez en su exigua temporada y cumplía su único compromiso en tierras andaluzas en una campaña testimonial que, eso sí, pulverizará las taquillas en sus tres actos. En Huelva era difícil conseguir mesa en los mejores restaurantes y los hoteles habían multiplicado sus tarifas habituales por estas fechas. Pero es que el abono choquero gravitaba sobre la montera de José Tomás, que había sorteado en primer lugar un toro pronto, noble y un punto claudicante que derribó con estrépito al picador. Después del ceñido quite por chicuelinas cambió la decoración: la faena -de más a menos- la inició con un ramillete de sensacionales estatuarios rematados con un pase del desdén que abrió un trasteo templado y reposado, mejor dicho al natural que no tuvo mejor remate por las escasas fuerzas de un toro al que faltó duración.

-->-->-->Su segundo fue un jandillón muy en el aire de la casa Domecq que se vino arriba en banderillas. Sin demasiadas probaturas, se puso a torear sobre la mano derecha en tres series de creciente acople y enorme intensidad que adentraron al festejo en su corpus central. La cadencia llegó al natural. El toro de Borja Domecq, definitivamente entregado en la muleta del madrileño, le permitió explayarse sobre la mano izquierda para abrochar la faena con unas ceñidas manoletinas a las que siguió una estocada muy caída y tendida. Le dieron dos orejas pero el caso es que, a pesar de todo, había estado mucho mejor, mucho más redondo con el primero de la tarde.

-->-->-->Pero aún quedaba otro cartucho que quemar, un toro de El Pilar al que Tomás ­-que evidenció un mejor estado físico que el año pasado- templó a la verónica antes de tomar personalmente las riendas de una lidia que alivió con unas originales chicuelinas con el compás abierto. Pero el trasteo resultó un punto deslavazado y desordenado y no logró resolver los problemas de su enemigo, que estuvo a punto de echarle mano en algunos pasajes de una faena en la que el ¡ay¡ ganó a ole. No importó demasiado, Tomas tenía tres orejas en la talega y se fue a hombros, camino de la Vega Larga, entre el contento de los muchos deudos que fueron a verle. Así que todos contentos.

-->-->-->Morante había sorteado en primer lugar un cuvillo manso y sobrado de genio que no le permitió estar a gusto en ningún momento. El cuarto, marcado con el hierro de Juan Pedro Domecq, vareado y bien hecho, sí le permitió expresarse en un ramillete de lances a pies juntos sumados a unas chicuelinas de otro tiempo -girando como la veleta de una espadaña- que reventaron la plaza. El toro anunciaba cositas buenas y Morante quiso cuidarlo en la lidia y aún le recetó tres o cuatro verónicas espatarradas firmadas con una media con aires de Paula. Había runrún en los tendidos, sensación de que podía pasar algo importante, y el diestro de La Puebla inició su labor con una serie de ayudados a los que sumó una serie de derechazos que envolvió en seda. El concertino siguió sobre esa mano, escenificado en los medios, aunque bajó de tono por el lado izquierdo. Lo que se había anunciado como un recital se descompuso a la vez que claudicaban los bríos de un toro que pareció mucho más de lo que fue al final.

-->-->-->

Aún quedaba el sexto, de la ganadería de Zalduendo, marcando todas las ramas del ancho tronco de la familia Domecq. Pero la últimas esperanzas se vieron defraudadas. El toro no quiso sumarse a las musas de Morante, que sí mostró algún chispazo aquí y allí en su turno de quites. Pero el diestro de La Puebla salió dispuesto a sacar lo mucho o poco que escondía un animal brusco y molesto pero con mucho que torear. Así lo supo ver Morante, que hilvanó una labor más entregada que lucida. No hubo más.

 

 

  • 1