Cultura

Juego de vigilantes jurados

El rodaje de ‘Juego de tronos’ arranca en Sevilla entre agua, secretismo, expectación y muy poquito que ver.

el 10 oct 2014 / 19:32 h.

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Curiosos en la verja del Alcázar. / A.M. Curiosos en la verja del Alcázar. / A.M. Pues ya es mala suerte, la verdad. Resulta que Sevilla tiene que ser estos días Dorne, un reino desértico y caluroso en el que el Sol castiga sin piedad, y va y amanece con toda la provincia en alerta naranja por el temporal. Y venga nubes, y venga llover, así que es de suponer que de esta luminosa tierra se habrán rodado los interiores y que la deslumbrante luz la habrán puesto los focos, porque lo que es el cielo no acompañó para nada en el primer día de rodaje de Juego de tronos, la ficción de la cadena HBO que de aquí a fin de mes grabará en Sevilla y Osuna escenas que luego se repartirán en hasta tres capítulos. En realidad, en los Jardines de Murillo y el Alcázar se rodaban a la vez una serie y muchas películas. Una de ellas sería La roca, o cualquiera de esas en las que se intenta acceder desde fuera a un recinto protegido y bunkerizado. Porque eso precisamente, un búnker, parecían las zonas en las que se trabajaba, a las que no sólo no se podía acceder sino que se habían hecho denodados esfuerzos para tapar todos los rincones desde los que pudiese atisbarse lo más mínimo.  Miembros del equipo de rodaje de la serie de la cadena norteamericana HBO "Juego de Tronos", en el interior de los Reales Alcázares de Sevilla. / EFE Miembros del equipo de rodaje de la serie de la cadena norteamericana HBO "Juego de Tronos", en el interior de los Reales Alcázares de Sevilla. / EFE Los más madrugadores, por ejemplo, entraron en el Alcázar y desde uno de los salones lograron hacer alguna que otra foto en las que salen varios figurantes de naranja, el color de la corte de Dorne. En las imágenes todos están de espaldas y rodeados de la vegetación de los jardines, pero algo es algo. La fotógrafa improvisada muestra su trofeo y cuenta que las tomó con el móvil con disimulo, pero se ve que no con el suficiente porque unos minutos después ya había personal de la producción en las ventanas, y para complicar todavía más el acceso se pusieron vallas alrededor. En un momento superaron la crisis de seguridad y taparon los agujeros. Visto lo complicada que estaba la cosa, un mínimo retén de seguidores se apostó en la puerta de los Jardines de Murillo más cercana a la Diputación. «Por aquí al menos entran y salen coches, hay más movimiento», cuentan Lily, María y Elena, que se resisten a dar apellidos para que no se note demasiado que han faltado a clase. Aquí se ruedan otras películas diferentes, La ley del silencio y El rostro impenetrable, que tienen como actores principales a los guardias de seguridad y a todo el personal relacionado con el rodaje. Lo más que llegan a decir es que ese que viene andando por ahí es uno de la productora... –Buenas, ¿cómo va la cosa? –No puedo confirmar nada. –Pero ¿les está afectando mucho la lluvia? –No puedo confirmar nada. –¿Puede decir al menos si están rodando o no? –No puedo confirmar nada. Pues eso, que no podía confirmar nada. Lo más que hace es remitirte a Anna en EEUU o Mara en Reino Unido para que hables ellas. EEUU y Reino Unido, claro. Al final resulta que sí, que estaban rodando desde las 6 de la mañana, que fue la hora a la que citaron a extras y figurantes, que en su mayor parte hacen de soldados y esclavos. Ellos, con el pelo rapado; ellas, morenas, con el pelo largo y con el compromiso por escrito de que están dispuestas a enseñar los pechos si es menester. «Yo puse que no», cuenta María, que llegó a hacer el casting en Osuna en septiembre. Lily y Elena también lo intentaron, mandando el correo electrónico con sus datos, al que les respondieron de manera muy amable pero sin nada que rascar. Ellas, que estaban allí plantadas desde muy temprano, sí asistieron al rodaje de otra de las películas del día, Atrápame si puedes, que al menos protagonizaron los dos actores más conocidos que ruedan en Sevilla, Nikolai Coster Waldau, que hace de Jaime Lannister, y Jerome Flynn, en el rol de Bronn de Aguasnegras. Ambos no dejan de pasearse por el Centro y están llenando Twitter de fotos con todo aficionado que se encuentran: es más fácil verlos por la calle que en el rodaje.  Ayer, al salir del mismo, Flynn dijo adiós con la mano desde el coche, pero Coster Waldau hasta bajó la ventanilla para saludar. Eso sería a las 9 de la mañana, y a partir de ahí el personal allí concentrado se puso a hacerle fotos a todos los coches que se metían en el rodaje con los cristales traseros tintados. A propósito de Jaime Lannister, al hombre le han hecho fotos en el gimnasio del hotel y todo, y encima el jueves hasta tuvo que pagar su entrada al Alcázar porque se olvidó la acreditación. Ya dice el lema familiar que «un Lannister siempre paga sus deudas». Pues bien, pasado ya el mediodía aparece por los Jardines de Murillo allí un grupo que sí cumple con los requisitos por los que tanto suspiran fotógrafos y cámaras de televisión: tienen pinta que puede pasar por frikis y uno de ellos lleva una camiseta que honra a la Casa Lannister. Jorge se llama, y te cuenta que está deseando ver la quinta temporada, que es precisamente la que se está rodando ahora y a la que todavía le quedan unos pocos de meses para su estreno. El grupo hasta viene equipado con prismáticos y todo, en plan La ventana indiscreta, pero el resultado es el mismo: sólo se ven los camiones de mudanzas de Demetrio. Al menos el ambiente se ha animado algo más, lo que incluso le arranca recuerdos a un fotógrafo que resulta que fue extra en otra película que se rodó en el Alcázar, El reino de los cielos, con Orlando Bloom como protagonista. En su honor, una fan apareció en las puertas del set con una lata de tomate Orlando y un bote de insecticida Bloom que juntaba para componer el nombre del ídolo. Y no, el fotógrafo no tiene constancia de que el susodicho captase el tema. Y así, entre el trasiego de turistas y con los vigilantes muy en su papel de Doce hombres sin piedad, transcurrieron las primeras horas de rodaje en una ciudad que intenta sacar el mayor partido. Así lo hace un bar de la calle San Fernando, que se apunta al carro con su Juego de Tapas (Game of Tapas en inglés), que en realidad es una tapa, en concreto un civet de jabalí con frutos rojos. Mientras, en el Museo del Baile Flamenco Cristina Hoyos, los guitarristas Pedro Espinosa e Israel Martín se marcaban, junto al percusionista Selu Sarmientoy, una versión aflamencada de la sintonía de la serie. Todo sea por aprovechar el tirón, porque ahora nos preguntan y somos muy de Juego de tronos, pero de toda la vida. Por algo decimos aquí aquello que de casta le viene al dragón.

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