¿Murió Hitler en el búnker de la Cancillería de Berlín? A partir de esta incógnita, el escritor Julio Murillo construye un trepidante thriller de corte histórico en Shangri-La (Martínez Roca), la obra que resultó ganadora del último premio de novela histórica Alfonso X El Sabio.
Murillo es un viejo conocido de los seguidores de este premio -resultó finalista hace tres años con Las lágrimas de Karseb- y de la novela histórica en general, con títulos como Las puertas del Paraíso o El misterio de los crímenes de la catedral de Florencia.
Esta vez, a diferencia de las anteriores obras, se queda en el siglo XX y viaja hasta el Polo Sur para seguir los pasos de Eilert Lang, biólogo noruego que formó parte de una expedición científica. Allí descubrió un secreto terrible que costó la vida a todos sus compañeros y que también le hubiera costado la suya si los americanos de la base Wichita no le hubieran dado por muerto: una ciudad subterránea construida por los nazis, la llamada Nueva Suabia, sede del mausoleo de Hitler, que logró refugiarse allí tras la guerra y que murió plácidamente en 1968.
"En Shangri-La [nombre de esa fortaleza inexpugnable que custodia entre nieves perpetuas el poder de la cruz gamada] hay mucha Historia y mucha ficción, pero todos los datos y los nombres propios son rigurosamente históricos", comentó ayer el escritor en la presentación de este volumen en la Fundación Lara. "Lo que ocurre es que tenemos la forma, pero nos falta el contenido. Aventurar hipótesis forma parte del trabajo del escritor", agregó.
"Los escritores tenemos siempre a mano un baulito donde vamos metiendo secretos e intrigas que nos fascinan. La segunda Guerra Mundial es una de esas inagotables fuentes de enigmas", prosiguió el autor. "Por otro lado, todo lo que ocurrió entonces tiene una conexión directa con el mundo actual. ¿De cuántas noticias de las que leemos en los periódicos sabemos de dónde vienen?"
El jurado de la octava edición del premio Alfonso X El Sabio, dotada con 50.000 euros para la novela ganadora y de 15.000 euros para la finalista -que recayeron sobre El veneno de Napoleón, de Edmundo Díaz Conde-, estuvo presidido por Ana María Matute e integrado por los escritores Almudena de Arteaga, Soledad Puértolas, Jesús Sánchez Adalid, Juan Sisinio Pérez, Felipe Pedraza, Martín Molina y Carmen Fernández de Blas.
