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Kanouté, Jesús Navas y muy poquito más

Un solitario gol de Kanouté permitió al equipo de Manolo Jiménez reencontrarse con la victoria tras cuatro derrotas consecutivas, aunque no con ese fútbol que hace poco desplegaba el Sevilla y encandilaba a su afición cada vez que jugaba en el Sánchez Pizjuán. Ayer ganó, pero no convenció. Foto: EFE

el 15 sep 2009 / 18:07 h.

Un solitario gol de Kanouté permitió al equipo de Manolo Jiménez reencontrarse con la victoria tras cuatro derrotas consecutivas, aunque no con ese fútbol que hace poco desplegaba el Sevilla y encandilaba a su afición cada vez que jugaba en el Sánchez Pizjuán. Ayer ganó, pero no convenció.

Que el equipo pasa por un mal momento es algo innegable, aunque haya ganado. Ver lo que hay que hacer (y sufrir) para sacar adelante un encuentro es la mejor prueba. Ayer, un importante sector de la afición mostró su disconformidad con silbidos, tanto al descanso como al término del choque. Horas antes de que el balón echase a rodar, el presidente de la entidad, José María del Nido, había pedido a su parroquia que no se dejara poner nerviosa, sin decir por quién. Pero está claro que si alguien o algo la conduce a ese estado es el juego del equipo, con serios problemas para vencer a rivales teóricamente inferiores. Viendo a conjuntos como el Barcelona o el Villarreal, mucho tendrán que cambiar las cosas para considerarse un rival directo de estas dos auténticas máquinas de ganar en esta prueba de fondo llamada Liga. Más que de puntos, la diferencia es de sensaciones.

Ayer, hubo que esperar hasta la segunda parte para ver a un Sevilla distinto al de los cuatro últimos partidos, todos ellos saldados con derrota. Hasta entonces, ni la presencia de Kanouté, tras un mes lesionado, sirvió siquiera para asustar al Recreativo, replegado y encomendando sus opciones de puntuar al contragolpe. Ni un solo remate a puerta, una ingente sucesión de pases laterales y nula capacidad para romper el sistema defensivo fue el bagaje del Sevilla en la primera parte. Renato se mostró inocuo por su lentitud en la media punta, al igual que Maresca y Romaric por sus escasas ideas. Tan sólo Jesús Navas recordó que hace no mucho este equipo fue campeón de casi todo lo que jugó.

Dos claves. Todo cambió tras el descanso, por dos razones: la mayor intensidad que imprimieron los nervionenses al juego y la decisión de Jiménez de situar al palaciego por el centro. Para ello, sustituyó a Romaric, sacó a Diego Capel, cambió de banda a Adriano y dio a Jesús Navas metros para jugar. Mosquera, lateral derecho, nunca le echó una mano en ataque y, así, lo tenía difícil para desbordar, pese a que logró hacerlo. Al pasar al centro, Navas tuvo libertad, supo caer a banda y conectar con Adriano y Capel. Entre los tres crearon las primeras situaciones de desequilibrio de toda la tarde. Y también con Kanouté, al que sirvió un balón medido para que lo cabeceara y pusiera el 1-0 en el marcador tras un despiste de la zaga (63'). Hasta entonces, el ariete estaba pasando casi desapercibido en un mar de dudas.

Poco antes, Navas había firmado la mejor ocasión del Sevilla: un remate al palo tras un centro de Adriano que Riesgo no atajó. Tan clara como la que tuvo Kanouté, ya con 1-0 en el marcador, cuando Capel -aportó cosas- provocó un penalti de Morris, quien le pateó sin verle tras una pillería del almeriense. Pero el portero adivinó la intención del franco-malí y dio vida al Recre. Javi Guerrero, Fuego, Adrián -derribado en el área tras chutar fuera de milagro- y Jesús Vázquez tuvieron el empate en sus botas. Significativo: cuando el equipo de Lucas Alcaraz atacó, creó serios problemas al Sevilla, que sufrió hasta el final. La afición lo vio y despidió al equipo con aplausos... y silbidos.

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