Si el lunes Ford, segundo fabricante estadounidense de automóviles, sorprendió con un beneficio de 1.000 millones de dólares en el tercer trimestre, ahora es el turno de su competidor, General Motors, y su anuncio de la cancelación de la venta de Opel a Magna ante la mejora de la situación del sector y de la empresa, tras meses de negociación.
La decisión fue tomada la noche del martes por el consejo de administración de GM que, tras pasar por la quiebra durante el verano y recibir casi 60.000 millones de dólares en ayudas públicas, justificó el cambio por la "mejora del ambiente empresarial" en los últimos meses y "la importancia de Opel/Vauxhall [se llama así en el Reino Unido] en la estrategia global".
En las últimas semanas el sector parece más convencido que nunca de que lo peor de la crisis ha pasado, especialmente en EEUU, y que la demanda de vehículos se recobrará, aunque lentamente. La decisión apunta, además, a que el saneamiento financiero de la empresa marcha mejor de lo previsto.
GM indicó que, "de forma preliminar", su plan de reestructuración para Opel costará unos 3.000 millones, "mucho menos que todas las ofertas remitidas". Aunque el fabricante indicó que presentará el plan de reajuste "pronto", adelantó ayer que supondrá unos 10.000 despidos en Europa, los mismos que preveía Magna en las plantas europeas.
Y sobre la importancia de Opel para GM, sólo hay que mirar a su principal rival doméstico, Ford, para entender el razonamiento del consejo de administración.
Ford está atrayendo a un creciente número de compradores a sus concesionarios norteamericanos gracias a modelos con fuerte influencia europea, empezando por su reducido consumo. Y a partir del año que viene, esa tendencia será más clara con el estreno en EEUU del nuevo Fiesta.
General Motors necesita seguir un camino similar y Opel es su marca que mejor puede ofrecerle coches de tamaño medio y pequeño con reducido consumo.
Incluso Chrysler, bajo la batuta de Sergio Marchionne y Fiat, anunció en Auburn Hills (EEUU) sus planes empresariales para el próximo lustro, que descansarán en la introducción de plataformas y modelos europeos.
Ahora GM tiene que enmendar sus relaciones con el Gobierno alemán, que ya ha pedido la devolución de un préstamo puente de 1.500 millones, que vence el próximo día 30, y apaciguar a los sindicatos europeos, que han convocado paros en las plantas alemanas para hoy.
Sus homólogos en la planta de Figueruelas (Zaragoza) prefieren, tras la sorpresa inicial, esperar a conocer los detalles del plan industrial antes de secundar movilizaciones. Pero el Gobierno ya ha dejado claro que los recortes de empleo (900) acordados con Magna serán la base de una nueva negociación, ya que en ningún caso se volverá al punto de partida, aseguró el ministro de Industria, Miguel Sebastián.
Por su parte, la Comisión Europea confió en que el nuevo plan de reestructuración sea "sólido", garantice "empleos duraderos" y se base en criterios económicos. Más allá, advirtió de que verificará la compatibilidad de cualquier ayuda que los Estados pudieran conceder, alertando de que no permitirá "una guerra de subsidios", precisó el portavoz de Competencia, Jonathan Todd.
