Cultura

Kitano y Petzold son el Quijote y el Sancho Panza de la Mostra

El director japonés Takeshi Kitano y el alemán Christian Petzold inauguraron ayer la sección de competición del festival de cine de Venecia con dos películas y grandes palabras; porque para uno el arte es un sueño tangible y para el otro el amor es imposible en la miseria.

el 15 sep 2009 / 10:51 h.

El director japonés Takeshi Kitano y el alemán Christian Petzold inauguraron ayer la sección de competición del festival de cine de Venecia con dos películas y grandes palabras; porque para uno el arte es un sueño tangible y para el otro el amor es imposible en la miseria.

Akires to kame (Aquiles y la tortuga) es la propuesta de Kitano para hacerse con el que sería su segundo León de Oro, que obtuvo en 1997 con su Hana-bi y completa la trilogía sobre el arte y el espectáculo, que comenzó con Takeshis (2005) y continuó con Kantoku-Banzai (2007).

La película muestra el sueño de Machisu, un pintor que antepone la pintura a todo lo demás, incluso a su propia vida, para alcanzar el sueño inalcanzable del arte. Esa radicalidad crea situaciones cómicas, que sirven tanto para reirse del patético intento del ser humano de sobrevivir a través del arte, como para criticar a ciertos artistas contemporáneos que buscan más la fama que el proceso creativo. Tras esas situaciones cómicas se camufla la tragedia, la crueldad y el egoísmo del artista que pone en peligro a su propia familia.

Y, a pesar de todo, Kitano exime de culpa al artista, "lo que importa de verdad es el proceso creativo", dijo Kitano, antes de añadir que ciertamente "el arte no es tan cruel" como él lo ha caricaturizado.

Al igual que hiciera Cervantes con su Quijote, a fuerza de criticar y de reirse del artista, pero reconociendo su idealismo, Kitano hace de su película una gran obra de arte contemporáneo.

Frente a cualquier idealismo de los sentimientos se estrellan en cambio los personajes de Jerichow, la película de Petzold, que como Sancho Panza pone los pies en la tierra, hasta el punto de que Laura, la protagonista que interpreta Nina Hoss, llega a afirmar: "No se puede amar sin dinero".

Laura es la esposa de Alí, un hombre de negocios que la ha rescatado de un bar de mala muerte en una de las zonas más deprimidas de Alemania y se ha casado con ella. Pero es un rescate que tiene un precio, una deuda económica que ella tenía contraída. La aparición de Thomas abre el camino a un triángulo en el que se mezclan los celos, el sexo y el dinero. "Quería saber qué ocurre cuando se hunde económicamente una ciudad no sólo en sus aspectos sociológicos, sino también en los sentimientos de las personas", cuenta Petzold. Y lo que ocurre es la búsqueda desesperada de dinero, porque da la independencia y la libertad.

Binoche y Kiarostami. La apertura de la Mostra de ayer también dió tiempo para que el realizador iraní Abbas Kiarostami presentase, fuera de concurso, su multitudinaria Shirin que es un homenaje al cine hilado a través de los rostros silenciosos de 113 actrices, entre las que se incluye la francesa Juliette Binoche. La competición continuará hoy con Inju, la bête dans l'ombre, dirigida por el alemán Barbet Schroeder, y la esperada The burning plain, del mexicano Guillermo Arriaga.

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