La aceituna rellena de anchoa es un animal y necesita certificado veterinario previo para viajar. Al menos así lo entienden las autoridades sanitarias de Rusia que, con tal exigencia administrativa, están entorpeciendo las ventas no solamente de este producto, sino también de la aceituna con bacón y jamón.
La asociación de industriales Asemesa, cuya sede radica en Sevilla y posee en esta provincia su mayor enclave productor, lleva un año soportando esta traba y, aunque en los últimos meses parece que la cuestión se había relajado, vuelve ahora a aflorar tras el endurecimiento ruso a las compras del exterior.
Antonio de Mora, el gerente de Asemesa, argumenta que las envasadoras no manipulan ni el pescado ni los productos cárnicos de los rellenos, que aparecen en pequeñas proporciones dentro de la aceituna, de ahí que ésta no tendría que estar sometida al trámite del certificado veterinario.
El problema, añade, estriba en que la Unión Europea "se olvidó" de incorporar esos tipos de combinaciones (producto vegetal alimentario con cantidades ínfimas de carne o pescado) en su acuerdo comercial con Rusia de 2004. Y en estos días se intensifican los contactos con los ministerios de Medio Ambiente y Sanidad para que Bruselas presione a ese país y deje de poner chinas.
Rusia es, de hecho, uno de los países con mayor potencial para la aceituna de mesa, aunque hasta ahora el 80% se vende negra (oxidada) y un 20% verde (ésta es la que lleva rellenos). En el primer semestre de 2009 adquirió 5,1 millones de kilos a España, un 4,5% interanual más.
Pero no es el único quebradero de cabeza para Asemesa, pues acaba de solucionar otro que suponía quebrantos en la exportación a su principal mercado, el de Estados Unidos.
En efecto, en este país eran las aceitunas rellenas de pimiento las que sufrían, desde mediados del año pasado, bloqueos a su llegada a las aduanas al considerar las autoridades alimentarias -la temida y estricta FDA- que tenían que contar con un certificado específico por llevar un producto de pH alto (acidez elevada).
En suma, los exportadores necesitaban registrarse y recibir la autorización. "En principio en el sector se despertó el pánico, dada la importancia del relleno de pimiento en las ventas del sector a EEUU", comenta De Mora. El trámite fue cumplimentándose por parte de las empresas envasadoras. Pero ahora, gracias a las negociaciones con la asociación de la industria alimentaria del país (AFI) y la FDA, Asemesa ha conseguido fijar un protocolo de registro entre los socios para poder realizar estas transacciones con total normalidad. "No sólo hemos solucionado el problema puntual. Hemos abierto una línea de contacto directa con una entidad del nivel de la FDA".