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La agonía del Mar Muerto

La situación en la que se encuentra el Mar Muerto es cada vez más preocupante. La sequía y las presas jordanas han provocado un drástico descenso en el nivel de sus aguas, por eso tomar medidas se convierte en una necesidad muy urgente.

el 15 sep 2009 / 06:44 h.

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Carlos Bustamante

La situación en la que se encuentra el Mar Muerto es cada vez más preocupante. La sequía y las presas jordanas han provocado un drástico descenso en el nivel de sus aguas, por eso tomar medidas se convierte en una necesidad muy urgente.

La mano del hombre vuelve a resultar decisiva en el destino del medio ambiente. Esta vez es el Mar Muerto el que sufre las consecuencias de las diferentes presas construidas en la cuenca del río Jordán, principal abastecedor del mar, a su paso por Jordania y por las que se queda sin un flujo de 100 millones de metros cúbicos de agua. Esta cantidad, sumada a los casi 600 millones de metros cúbicos que se pierden anualmente, hace del problema una catástrofe.

A principios de este año se publicaba en los medios de comunicación un dato alarmante: el nivel de las aguas del Mar Muerto había descendido en enero 20 centímetros, cuatro veces más de lo habitual, según el hidrólogo Amos Bein. Además, este descenso se produjo en uno de los eneros más abundantes en lluvias, por lo que las previsiones de los investigadores no son muy optimistas.

En 1970, el mar, de 67 kilómetros de longitud y 18 de anchura, estaba 395 metros por debajo del mar. En la actualidad esta medida ha decrecido de manera muy considerable hasta alcanzar los 419 metros por debajo del nivel de Mediterráneo.

No obstante, frente a las previsiones más catastrofistas se sitúa la fuente que da vida al Mar Muerto: su ultrasalinidad, 8,6 veces superior a la media de los océanos. Una mayor salinidad se traduce en una menor evaporación, por lo tanto es de esperar que llegue un momento en el que el mar se estabilice, la única pega es que eso se espera, según los científicos, para dentro de 150 años, cuando su superficie se haya reducido a la mitad. Desde la perspectiva ecológica, la sequía es el problema más grave.

Este motivo llevó en 2005 a Jordania, Israel y la Autoridad Palestina, a plantear un proyecto para trasvasar agua. El Mar Rojo se convirtió desde entonces en la salvación del Mar Muerto.

Trasvase </b<. Un canal de 180 kilómetros a través del desierto de Arabia prevé transportar 870 millones de metros cúbicos de agua que sería bombeada a 100 metros de altura, para luego bajar durante 520 metros hasta el mar salado. El agua no sólo serviría para revivir al Mar Muerto, sino que crearía millones de empleos para los tres estados y generaría 550 megavatios de energía hidroeléctrica para su suministro.

Pero los beneficios que estos países ven al gran canal no se quedan ahí. Una planta desalinizadora construida en Jordania al paso del trasvase conseguiría paliar el problema con el agua potable que sufren estos tres países.

Todo parece perfecto dentro del plan pero hay problemas que, según diferentes colectivos ecologistas, se pasan por alto. Afirman que la construcción del canal acarreará graves desastres naturales y, en este sentido, la organización internacional Amigos de la Tierra pide que se replantee la situación que tiene el río Jordán, cuyas aportaciones han bajado de 1.300 millones de metros cúbicos en los años 50, a menos de 100 en la actualidad.

Desde 2005, palestinos, jordanos e israelíes desean la financiación del Banco Mundial, pero ésta no se hará efectiva hasta que no se respete la ecología de la zona. Sin embargo, en mayo de este año, un grupo de empresarios israelíes y extranjeros declararon que aportarán tres mil millones de dólares al proyecto, con lo que la financiación pública pasa a un segundo plano y el Mar Muerto pide clemencia, no sólo por él, sino también por su entorno.

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