Siempre está bien que se advierta adecuadamente de la existencia de riesgo, que se extremen todos los medios para prevenir epidemias, pandemias o enfermedades, pues el preservar la salud de la ciudadanía ha de ser una de las prioridades de cualquier estado. Porque el peligro de vivir en un mundo globalizado es, por un lado, la posibilidad de que cualquier virus que se genere en América, puede ser propagado en cuestión de horas a otro continente, que se encuentra a tiro de unas horas de vuelo del lugar del contagio. Se trata de una realidad que asusta, y que en caso de propagación de un virus realmente letal, puede ser difícilmente controlable; mas también es verdad que esa globalización favorece la difusión inmediata del pánico y alarmismo que puede no corresponderse con la gravedad de la supuesta amenaza.ç
Ese segundo supuesto, afortunadamente, es el que parece que se ha producido a raíz del brote de gripe originado en México y que ha desatado una histeria mundial que sobre todo va a provocar un daño demoledor a la economía y al turismo de ese país hermano. Al final resulta que cualquier modalidad gripal de carácter estacional que padecemos todos los años es potencialmente más maligna que la que ha provocado tantos titulares de prensa en los medios de comunicación de medio mundo. El otro medio, no se hubiera enterado aun cuando el brote epidémico hubiera sido el de la peste bubónica preludio del Apocalipsis, y aun cuando ese medio mundo hubiera sido la primera víctima propiciatoria del agente mortífero. Es por ello que se ha de exigir equilibrio, mesura y prudencia a la hora de difundir ese tipo de noticias, pues a nadie le alarma poder saber que media Europa pueda sufrir unos síntomas que apenas superan los de una gripe normal, pues de hecho esos síntomas ya los padecen todos los años la mayor parte de la población.
