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La alarma no sirvió para evitar el robo en el santuario de Consolación de Utrera

El muro del santuario de Consolación por el que entró el ladrón el  pasado fin de semana se presenta ya sellado, al tiempo que los históricos azulejos que decoraban la pared intentan recomponerse.

el 22 feb 2010 / 20:41 h.

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El ladrón se coló por un butrón en una esquina del santuario, que ayer ya fue sellado.

Mientras tanto, muchas personas se preguntan por qué nadie fue al templo hasta la mañana siguiente, en lugar de acudir cuando la alarma avisó de que algo estaba ocurriendo en el interior de la iglesia utrerana.

El reloj marcaba en torno a las 3.40 horas de la madrugada del sábado cuando un sensor detectó una presencia extraña en el recinto, por lo que, como es pertinente, el sonido de la alarma empezó a sonar informando sobre la existencia de un intruso.

Además, junto al pitido, se escuchó una voz que preguntó la identidad de sujeto. Procedía de la central donde se registran los avisos, en la empresa contratada para la seguridad del templo y que tiene como fin identificar al individuo en cuestión para desactivar la señal o mantenerla activada.

"Nos avisaron de que la alerta saltó, pero preferimos esperar al pensar que se trataba de una falsa alarma", admitió el rector del santuario, Diego Pérez Ojeda. Y es que otras veces han avisado por las mismas causas, resultando ser sólo "algún pájaro en el interior que activa la alerta al pasar por delante del sensor".

El responsable del templo que preside la patrona explicó que el mecanismo de actuación que suelen seguir aguarda a la aparición de una segunda alarma o la reiteración de la primera.

Como este mecanismo parece escaso para la seguridad en uno de los edificios más importantes de la ciudad, Pérez reiteró su intención de instalar un sistema de video vigilancia que evite robos que, aunque en esta ocasión no haya sido cuantioso -el dinero del cepillo, y un broche y un rosario de María Santísima de la Amargura-, podría haber alcanzado el camarín de la Virgen de Consolación.

Y es que todos los ojos son pocos para que Utrera custodie a su patrona y a todo lo que la rodea.

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