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La alergia que ningún médico curó

La homeopatía curó a Mari Carmen Rivera unas fiebres persistentes y le palió los síntomas de su alergia al olivo y la gramínea. "Empecé a ir hace tres años porque estaba harta de ir a médicos y ninguno me daba con lo que tenía y un homeópata me curó", explica Mari Carmen.

el 14 sep 2009 / 23:15 h.

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M. R. R.

La homeopatía curó a Mari Carmen Rivera unas fiebres persistentes y le palió los síntomas de su alergia al olivo y la gramínea. "Empecé a ir hace tres años porque estaba harta de ir a médicos y ninguno me daba con lo que tenía y un homeópata me curó", explica Mari Carmen. Es el relato tipo del paciente homeopático: un cuadro clínico sin resolver que encuentra una solución rápida y casi milagrosa en la homeopatía y sus fármacos. La realidad es que sucede, la duda es si esto ocurre porque los medicamentos son efectivos o por la sugestión del paciente desesperado.

El medicamento homeopático consiste en diluir en agua la sustancia con la que se va a combatir una enfermedad, pero tantas veces y hasta tal extremo que en la solución final no queda rastro de la sustancia en cuestión. Al menos, según las leyes físicas y químicas conocidas. Esto ha llevado a la homeopatía a defender algo así como que el agua tiene memoria y toma propiedades de las sustancias con las que está en contacto (sus detractores dicen que sólo de aquellas que les conviene...), y todo gracias a que la máquina que realiza la mezcla energiza el agua. Estos conceptos no encuentran cobijo alguno en el método científico.

Eppur si muove, dijo Galileo; pero cura, dicen los homeópatas. Y ante esto, las revistas científicas hablan de efecto placebo y de sugestión. Pero el caso de Mari Carmen no responde al esquema del paciente desesperado: ella tiene estudios médicos (fisioterapia), es joven (26 años) y no tenía una enfermedad más o menos grave (sino resfriados y alergia).

"No se puede demostrar que haya trazos de la sustancia inicial en la disolución final a base de agua, pero es evidente que los pacientes siempre mejoran o sanan, y esto sugiere es que hay algo en ese agua que cura, aunque en el estado actual de la ciencia no se pueda ver aún", explica Valentín Romero Bonilla, uno de los adalides de la homeopatía en Andalucía. "Y curan de manera rápida, suave y permanente", apunta.

Mari Carmen fue a otro de los homeópatas andaluces punteros, José Manuel Gómez Morillo, que la trató con gránulos, el fármaco más habitual. A través de un aparato de Voll ("que mide el desequilibrio electromagnético de los órganos del cuerpo", detalla Romero Bonilla) la diagnosticó: "Supo -añade Mari Carmen- que de pequeña había sido asmática y me dijo que, de alguna forma, ahora reproducía los síntomas. Tomé los gránulos y en dos semanas ya no me resfrié y esa primavera no padecí la alergia".

Los fármacos homeopáticos "no van dirigidos tanto a la enfermedad como al enfermo", explica Romero Bonilla. De este modo, para un mismo síntoma, el medicamento no es el mismo según el paciente sea, por ejemplo, nervioso, negativo y obeso que si es alto, sufre jaquecas y de pequeño tuvo miedo a la oscuridad. Y éste es otro de los puntos en los que choca con la farmacología normalizada.

"Por este motivo la primera consulta dura mucho tiempo -dice Mari Carmen-, entre una hora y hora y media, porque el médico tiene que manejar mucha información personal para diagnosticar". Después, las visitas se distancian a una cada varios meses. Su precio, como la de cualquier médico privado especialista: entre 60 y 90 euros. "Esta forma de hacer medicina es más llevadera, personal y amable para el paciente, y esto -afirma Romero Bonilla- también es importante para curarlos".

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