Visite la fotogalería de la nueva plaza de la Alfalfa
Después de cinco meses de obras, la plaza de la Alfalfa quedó el viernes despejada y diáfana. Pero sólo por un momento, porque enseguida fue asaltada por los peatones y por los veladores que salieron a reinventar la fisonomía de la plaza.
"¿Qué le parece cómo ha quedado la plaza?". "Para como suelen dejarla, llena de vasos y de botellas y con olor a pis, bien, pero ya podían haber venido antes a limpiarla", decía ayer la señora Aurelia sentada en uno de los nuevos bancos de piedra y madera de la Alfalfa. "Me refería a las obras, la nueva solería, las farolas, los columpios de colores, el cierre al tráfico, estos bancos...". "¿Qué obras? Yo vivo ahí al lado y esta plaza lleva así desde 1900", responde. "No le haga caso, que sabe muy bien lo que le pregunta. Hace un rato que me decía que ya podían haber puesto respaldo en los bancos", dice su hija.
La señora Aurelia no era la única sentada ayer en la plaza de la Alfalfa, abierta hace dos días, "aunque inauguraron un cacho hace una semana", dice el camarero de Casa Diego. Ahora el suelo de la Alfalfa se parece al de la Cuesta del Rosario y al de la Plaza del Pan como parte del proyecto de La Piel Sensible que, finalmente, no deja ver tantas peculiaridades en el firme como anunció el Ayuntamiento.
La Alfalfa ha sufrido una metamorfosis radical, diga lo que diga Aurelia. Antes parecía un aparcamiento desordenado y ahora un parquecito. Antes era la antesala de la juventud adolescente y ahora está hecha para las familias y los niños más pequeños. "Pero si en el Casco Antiguo apenas hay niños. Hay más ancianos mirando los columpios que niños", dice uno de los camareros. Las mesas estaban llenas y la gente hablaba de la plaza, de las farolas "tan modernas" y del olor a romero que han plantado en los parterres. Muchos ya no recordaban cómo era antes la Alfalfa.
