Local

La Algaba: adiós inesperado de un mito del toreo sevillano

La muerte de Diadoro Canorea, empresario y amigo de tanto tiempo, iba a sentenciar la inesperada retirada del camero, que ya jugaba contra la inexorable dictadura del calendario. El descalabro que supuso la feria de San Miguel de 2000, con las caídas sucesivas, entre otros, de Morante y Romero tendría consecuencias inmediatas.

el 16 sep 2009 / 00:08 h.

TAGS:

La muerte de Diadoro Canorea, empresario y amigo de tanto tiempo, iba a sentenciar la inesperada retirada del camero, que ya jugaba contra la inexorable dictadura del calendario. El descalabro que supuso la feria de San Miguel de 2000, con las caídas sucesivas, entre otros, de Morante y Romero tendría consecuencias inmediatas.

Eduardo Canorea, junto a su cuñado Ramón Valencia, había sucedido hacía poco tiempo al recordado Diodoro al frente de la plaza de la Maestranza. La nueva empresa, después de la polémica y remendada feria de San Miguel de aquel año abortó la celebración del festival a beneficio de Andex en el ruedo del Baratillo en el que tenían que alternar mano a mano Morante y Romero para desagraviar a la afición hispalense.

Finalmente el evento fue trasladado al peculiar coso algabeño sin que casi nadie pudiera barruntar entonces, el 22 de octubre de 2000, que aquella misma noche Curro Romero anunciaría su retirada en los micrófonos de Radio Nacional. Su última actuación vestido de luces -con un precioso terno verde y oro- se había verificado en la plaza de Murcia el 10 de septiembre de aquel año.

Algo debía rumiar el camero. El escenario que se le dibujaba con la nueva empresa no era nada halagüeño y, en esa tesitura, con el dudoso horizonte de su contratación en la Feria de Abril de 2001, era mejor dejarlo. Lógicamente, Curro no estaba dispuesto a variar sus privilegios en la plaza de la que había sido base durante tantas décadas. "No me voy a arrastrar porque no soy una caja de pescao", declaró el Faraón en una recordada rueda de prensa en la que, acompañado de Morante, explicó los avatares de aquel famoso festival que se había organizado en parte para compensar a la afición sevillana por la espantada septembrina.

Seguramente no podía ser de otra manera. La trayectoria de Curro Romero había ido ligada, en amistad e interés profesional, a la de Diodoro Canorea. Precisamente Canorea debutó como empresario en 1959, el mismo año del doctorado del camero. A la postre, ése fue el adiós inesperado de un mito del toreo.

  • 1