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La ambición del 'guerrero' Pana y su curriculum de oro

Pana participa en el sexto ‘play-off’ de su prolija carrera. Ascendió a Segunda División B con el Alcalá de Carlos Ríos en la 03-04.

el 24 may 2014 / 09:16 h.

IMG_9982 Pana se ‘merienda’ un Ribera del Duero en la bodega de un restaurante de Alcalá de Guadaíra. Foto: Bernardo Ruiz José Luis Mediano Vargas (Alcalá de Guadaíra, 17-7-1982) es un auténtico desconocido en el universo del fútbol provincial. Pana, nombre de guerra con el que fue bautizado por el apellido de su padre, Panadero, es uno de los trotamundos de la Tercera andaluza. Un obrero de corazón firme cuyo discurso directo y sincero ha cautivado a los vestuarios en los que ha militado desde su juventud. Su sacrificio fue la carta de presentación para, aún en edad juvenil, firmar por la Balompédica Lebrijana en Regional Preferente. “Entonces no existía la Primera Andaluza y esa Liga era durísima”, recuerda más de una década después de aquella experiencia. El mediocentro celebra su sexta participación en un play-off de ascenso a Segunda División B. “Sólo he subido una vez”, apunta con sorna. Nacido en Alcalá de Guadaíra, Pana experimentó su primer contacto con el fútbol en el Oromana, del que emigró en la adolescencia para fichar por el Mosquito, uno de los clubes más potentes de la ciudad alcoreña. En Malasmañanas permaneció hasta que en juveniles decidió enrolarse en la disciplina de la Balompédica Lebrijana, donde completó un tramo final de cine. Fue apenas unas semanas después cuando, ya en sénior, fichó por el Alcalá del malogrado Mariano Pulido, padre de Pulido, otro de los capitanes del once de la Avenida de Santa Lucía y uno de sus confidentes en el vestuario. Y fue en el antiguo Francisco Bono donde firmó dos de las mayores hazañas de su prolijo curriculum. Con apenas 20 años disputó dos play-off de ascenso a Segunda División B, uno con Juan Lozano y otro con Carlos Ríos. En el primero, el Marbella se interpuso en el camino de los blancos, aunque en el segundo, ya bajo el formato de eliminatoria, hubo fiesta final. “Aquello lo recuerdo como algo impresionante. Imagínese, yo tenía 20 años y subía por primera vez a Segunda B”, rememora. Pana no concursó en la criba final ante el Hellín Deportivo del polifacético Yoyo Ocaña, aunque sí intervino en la primera eliminatoria ante la UP Plasencia. “Aquel año fuimos campeones y ascendimos. Yo creo que las eliminatorias de ascenso están diseñadas para que suba el campeón”, dice sin dudar. Tras una efímera etapa en la categoría de bronce del fútbol patrio, el alcalareño decidió firmar por el Jerez Industrial, desde donde se marchó, ya en la plena madurez de su brillante carrera, al Mairena. El responsable de su adiós fue Manolo Sanlúcar, que confió en su versatilidad antes de que se convirtiera en un pilar de un bloque con el que participó en tres eliminatorias de ascenso consecutivas, una con Sanlúcar y dos con Eusebio Navarro. “Alguna vez, por el ambiente que había en el vestuario, merecimos subir. No es justo que nos quedáramos a las puertas”, lamenta este currante del sector de la hostelería que el domingo se calzará las botas para repetir el ritual. El sexto.

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