La Atlántida que no fue andaluza

Se abandona el proyecto que buscaba la legendaria civilización en las marismas de Hinojos, en pleno espacio natural de Doñana

el 14 dic 2014 / 19:09 h.

Vista en altura de las marismas de Doñana. / El Correo Vista en altura de las marismas de Doñana. / El Correo Un científico no renuncia nunca a sus hipótesis. Ni siquiera cuando los datos empíricos refutan sus teorías dejan de buscar otros caminos que les lleven a la conclusión que pulula por la intensidad frenética de su mente, producto de la inspiración. Por ello, el físico alemán Raihner Kühne sigue soñando con el descubrimiento del mito de la Atlántida, que durante casi una década ha estado buscando en las marismas de Hinojos, en el entorno de Doñana. Kühne eligió la provincia de Huelva para centrar su investigación basándose en cuatro aspectos conocidos de la mítica civilización y su metrópolis. En primer lugar, que los errores de traducción de los textos de Platón en los que aparecen las primeras referencias a la Atlántida habrían hecho buscarla en mar abierto, y por tanto sumergida, cuando realmente debería estar localizada en tierra firme. Por otra parte que el hecho de que las referencias literarias hablen de una ciudad anegada por las aguas  se refiera probablemente a la incidencia de un maremoto, como los que han asolado la costa onubense en distintos momentos de la Historia. También se fijó el investigador alemán, conocido en el ámbito de la Física por sus publicaciones sobre la fusión fría —nada que ver con la búsqueda de civilizaciones perdidas— en las teorías de Adolf Schulten y otros padres de la arqueología moderna, que vinculaban la Atlántida con otro mito de su tiempo: Tartessos; y que podrían haber sido lo mismo o guardar una estrecha relación. Por último, Kühne buscó en imágenes de satélite el único elemento estructural de la ciudad desaparecida descrito con relativa precisión en la literatura clásica: los canales y diques concéntricos que conformaban un sistema de defensa en torno a la urbe, y que los científicos creyeron encontrar en un lugar concreto de las marismas onubenses.   El mito en la filosofía Las referencias del filósofo Platón a la Atlántida aparecen por primera vez en los diálogos de Timeo y Critias hacia el año 360 antes de Cristo. El filósofo griego habló de una isla de en torno a un kilómetro de diámetro rodeada por una estructura defensiva de canales. La zona en la que se centró la búsqueda de vestigios atlantes estuvo delimitada por el río Guadiamar y el antiguo curso de uno de los brazos con los que el Guadalquivir contó en su estuario, llamado la Madre Vieja. El hecho de que el emplazamiento estuviera ubicado en plena Reserva de la Biosfera supuso una dificultad añadida en relación con las autorizaciones necesarias para iniciar las prospecciones. Diez años después del comienzo de la investigación, que se materializó sobre el terreno en catas arqueológicas y mapeos del terreno con georradar las conclusiones son determinantes: no existió asentamiento humano alguno en la zona a lo largo de los siglos, por lo que las estructuras identificadas por los científicos se deben a la manera en la que la propia naturaleza ha modificado el terreno en un espacio tan geológicamente activo como las marismas, donde el mar se confunde con la tierra.

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