Sevilla se queda sin museo Thyssen. Ahora vendrán las interpretaciones de lo ocurrido para que la colección anunciada se haya ido a Malága y se sucederán las explicaciones justificatorias del plantón de la baronesa, pero el hecho es irrevocable: a pesar del interés inicial mostrado por Carmen Cervera, la colección de pintura andaluza propiedad de la baronesa recalará en el Palacio de Villalón, en el centro histórico de la capital malagueña. De hecho, ayer mismo se firmó en Málaga el convenio para la fundación del patronato que regirá el museo, y allí mismo la baronesa se descolgó con unas declaraciones en las que dejaba bien claro que la decisión de apostar por Málaga se tomó hace dos años y que no parecía "serio tener una colección parecida en Sevilla". Ambas afirmaciones generan extrañeza. En primer lugar, no se comprende que diga que la decisión se tomó hace dos años cuando ha hecho ver todo este tiempo que estaba valorando decantarse por Sevilla y hasta se le han ofrecido sedes expositivas. Y más raro resulta que considere ahora poco serio desgajar su exposición cuando la propuesta de segregarla salió de ella misma. ¿A qué han podido venir estas explicaciones tan contradictorias? Quién sabe. A falta de más justificaciones, lo que sí se observa es que ha habido un ayuntamiento, el de Málaga, que ha puesto todo su empeño en que la colección se trasladase a su ciudad y otro, el de Sevilla, que ha mostrado, según cuentan fuentes del entorno de la baronesa, una "indiferencia absoluta" estos últimos meses con respecto a las negociaciones para traer estas valiosas piezas de arte. Cada protagonista de este proceso podrá decir ahora lo que quiera, pero si no se explican con más claridad los pasos dados por la delegación de Cultura del Ayuntamiento, dirigida por Maribel Montaño, se puede instalar en la ciudad la percepción de que la colección Thyssen no ha venido a Sevilla por una pura y simple desida municipal.
