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Cultura

“La brevedad no es, en absoluto, sinónimo de pereza, ¡mira a Messi!”

“Sufro viendo a lectores cargando con un tocho (perdón, ‘best-seller’) del que solo podrán leer unas páginas”, dice el escritor Eduardo Cruz Acillona.

el 06 oct 2013 / 23:05 h.

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Imagen EduCruz Eduardo Cruz Acillona

La exigente, dificilísima disciplina del microrrelato tiene en EduardoCruz Acillona, nacido en Miranda de Ebro pero sevillano de adopción, uno de sus más perseverantes y serios cultivadores. Prueba de ello es su nuevo libro, El final está cerca, primorosamente editado por Círculo Rojo y dispuesto a convertirse en una de las sorpresas de la temporada.

“La brevedad no es sinónimo de pereza, en absoluto”, asegura el autor cuando se le pregunta por ese lugar común. “¡Mira, si no, a Messi...! El microrrelato contiene una historia que no se cuenta, que se tiene que intuir. Conseguirlo requiere esfuerzo mental”, añade Cruz, para quien cada pieza es, en efecto, un ejercicio de inteligencia y un desafío para el lector, que en un rato de sofá pasará de emocionarse a reír a mandíbula batiente, levantará la ceja y sentirá, tal vez, insospechados vértigos.

“Sin ánimo de hacer publicidad gratuita”, prosigue el escritor, que defiende los libros homogéneos más allá de las simples compilaciones, “existen varias editoriales en España que ya apuestan abiertamente por los microrrelatos, como Páginas de Espuma. Hay en el mercado literario varios autores con obra breve publicada como Ramón Gómez de la Serna –más allá de las greguerías–, Cortázar, Mrozek, etc... Otra cosa son lo que algunos llaman nanorelatos o literatura tuit, que es lo que unida mentalmente hago yo. Pero esa es una discusión de tamaños que tampoco tiene excesiva importancia”, sonríe.

En cuanto a las fórmulas para invocar a las musas, Eduardo Cruz no lo duda: “Cualquier género literario hay que trabajarlo a conciencia. La inspiración, la chispa o el punto de partida te lo puede dar un hecho aislado que se te cruza por la calle, una palabra que te llama la atención sobre un texto que estás leyendo o un suceso que te ocurre y al que pretendes dar una segunda oportunidad para mejorarlo y/o vengarte”, comenta.

Otra cuestión es si nuestro mundo, tan telegráfico y twittero, es el escenario perfecto para que florezca el nanorelato. “Twitter es un escaparate y, sobre todo, el molde perfecto si no quieres superar los 140 caracteres”, asevera Cruz. “Pero para escribir, para trabajar, tienes que dejar a un lado las redes sociales, las fiestas con los amigos y las reuniones de la comunidad de vecinos. Cada cosa, a su tiempo. Menos lo último, que siempre procuro evitarlas...”, bromea el autor.

Para la mayoría de los lectores, el famoso Dinosaurio de Monterroso es el microrrelato por excelencia, pero el canon admite más: “La lista es grande pero en ella no deben faltar los ya mencionados Cortázar, Mrozek y Gómez de la Serna. Además, obviamente, Ana María Shua –que bendijo el microrrelato que da título al libro– y el periodista y escritor francés Félix Féneon, de quién Montero Glez dice que es mi abuelo... literario, claro”, enumera.

Última pregunta: al lector español, para dejarse enamorar por el relato, solo le falta... Cruz responde: “...tiempo para darse cuenta de que la falta de tiempo que nos impone el día a día hace que el relato, y más concretamente el microrrelato, sea la fórmula perfecta para disfrutar de buenas historias que alimenten la imaginación. Sufro viendo en el Metro a lectores cargando todo el día con un tocho (perdón, best-seller) enorme del que apenas podrán leer unas pocas páginas cuando el microrrelato es tan ligerito y cómodo de transportar”.

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