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La buena cerveza de barrio

Casa Julián (La Salle). Esos sitios que cuesta trabajo contar, para que no se llenen, cosa imposible

el 09 may 2014 / 08:20 h.

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En la Sevilla de los años 50 del pasado siglo, ir más allá de la Avenida de Miraflores era casi un viaje, o sin casi, al campo. Por delante de la Casa Cuna, hoy sede de una afamada escuela de yupis a la sevillana, pasaba la vía del tren, más allá, una carretera entre arboles y campos que llevaba hasta el manicomio, hoy los locos andan sueltos. Y de locos de la cerveza, Cruzcampo claro, se trata, desde 1954, el abuelo Julian Hernández ponía botellines de cerveza y vino a los obreros de las diversas fábricas que existían por la zona, sí, sí, no crean, en Sevilla había fábricas, no sólo parados y funcionarios como ahora, aunque por aquellas fechas el vino era más importante que la cerveza y así se demuestra en la primitiva fachada del bar que rezaba: Casa Julián - vinos. Casa-JulianEl local es una pequeña taberna de barrio, con sabor, con historia, como la que cuelga en sus paredes, desde donde nos miran esas gentes del barrio Polo, donde hasta hay un bautizo con un botellín, las viejas fotos en blanco y negro, del fútbol sevillano, de las riadas, de esa Sevilla de antes donde la calle era escuela y convivencia, eso sí, lo importante aquí, aparte de ese mostrador de madera y azulejos, de esa ventana enrejada, está en lo que sale por el grifo. Casa Julián pertenece a esa lista cada vez más corta de tabernas cerveceras, junto a el Bar Jota o El Tremendo de Santa Catalina, restos salvados de lo que fueron tabernas como El Tajo, El Candilejo, Rufino el del Fontanal, bares de la memoria líquida de una Sevilla que se repliega ante el avance de los tatakys y las mini hamburguesas. Bares donde no hay cocina ni falta que les hace, aquí se viene a disfrutar de la calle, de los amigos y de la cerveza muy fría y bien tirada. Antonio Álvarez, yerno del fundador, armó el taco gordo cuando empezó a tirar cerveza de grifo. En este bar se han llegado a pinchar veintidós barriles en un día, y ¿saben qué? estamos de acuerdo en una cosa: el vaso antiguo de tanque en cristal gordo es el mejor para el trasiego de la rubia de Nervión. Hoy, con Antonio jubilado, son sus tres hijos los que llevan el local, Antonio, Sandra y Octavio, ellos se mueven entre el grifo, la marmita de altramuces y la terraza que bajo el toldo y los arboles acoge a unos parroquianos fieles que no dejan que el ritmo del serpentín baje. En temporada hay mosto del Aljarafe, de Umbrete por más señas, y mosto rojo de la Sierra Norte, tinto en vasito, como toda la vida, un intenso Ribera joven o un blanco de Villanueva del Ariscal. Para completar el cuadro, bien completado, vermouth casero con sifón de los antiguos, con lo difícil que es en Sevilla, ni pagando a precio de oro en cualquier bar glamuroso del centro, una triste soda, Casera te ofrecen algunos para el Martini, ¡cielos! No hay cocina, pero para acompañar la bebida, además de los chochos, patatas fritas o frutos secos, hay laterío variado, langostillos, atún, chipirones en salsa, navajuelas. Además un excelente lomo de bacalao, saladito y sabroso, también muy rica la mojama, sin lujos, en platos de plástico, como los tenedorcitos de colores que te ponen con los tomates aliñados con melva o los cogollos con anchoas. Esos tomates rojos, frescos, bien aliñados, con la originalidad de una rodajas de zanahorias, y esos troncos claros de melva, ¡ufff!, ¡otra cerveza por favor! En una esquina alta de la taberna, enfrente del servicio, ¿qué servicio? aquí lo que hay es urinario de toda la vida, un viejo ventilador metálico, rojo como el infierno, mueve el aire, no hay aire acondicionado, menos mal, lo que hay es muros de los de antes, buena orientación, un toldo de una vez y vasos fríos llenos de la mejor cerveza de Sevilla, vale, o una de las mejores, de esa que no llena, que no da acidez. Seguramente la Sevilla de los barrios es donde se conservan mejor las esencias del pueblo, de otra Sevilla, llena de fatiguitas para que la válvula de la express de vuelta todos los días, y en esos barrios hay tabernas como Casa Julián, donde el tiempo no tiene porque acabar con lo mejor de nosotros, y para conservarlo lo mejor es vivirlo, vayan. Domicilio: C/ Faura, 4 41008 Sevilla. Horario: 12.00 a cierre. Teléfono: 954 35 34 82. Propietario: Hermanos Álvarez. Precios: Vaso de cerveza: 1,10 euros. Tajá de bacalao: 1,60 euros. Mojama: 2,00 euros. Conservas: según tipo.

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