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La cacharrería del elefante

La imagen tópica del elefante entrando en la cacharrería sin saber qué pisa puede ser superada por otra, la de la cacharrería del elefante, o sea, la de un establecimiento de cacharros donde el elefante es el dueño.

el 15 sep 2009 / 07:46 h.

La imagen tópica del elefante entrando en la cacharrería sin saber qué pisa puede ser superada por otra, la de la cacharrería del elefante, o sea, la de un establecimiento de cacharros donde el elefante es el dueño. En la primera el paquidermo ha entrado por casualidad; lo suyo eran los grandes espacios pero un buen día se metió en la comitiva de un circo y sin querer se desvió de la ruta prevista haciendo trizas lo que encontró a su paso. En política lo de que alguien entre en un determinado terreno sin saber qué cosas pisa ha sido relativamente frecuente pero, además, hay veces en las que se tiene la sensación de estar en un sitio no pisado sino regentado por los de la trompa y los colmillos.

Sevilla a comienzos del verano parece la cacharrería de una manada de elefantes, una tienda en la que todo cuanto hay fue comprado hace tiempo y se ha descolorido de tanto estar en el escaparate -el Metro, el tranvía, las setas, las obras de la avenida de Hytasa, las de Puerta Triana?-; dueños, aspirantes a dueños y clientes miran despreocupadamente todo aquello, como si ya de tanto exhibirse no tuviera valor y no se pudiera o no se supiera cómo venderlo. Quizás haya llegado la hora de preguntarse si, además de una crisis económica, no hay otra de cansancio, ésa -mucho más grave- que convierte en añicos el entusiasmo por los proyectos.

Antonio Zoido es escritor e historiador.

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