El verano suele ofrecer un paisaje de calles desiertas y zonas comerciales con un déficit importante de público frente a otras fechas del calendario. Basta pasear por algunas vías del Centro para darse cuenta de una situación que desde que se agravó la crisis actual se ha convertido en el compañero de viaje para muchos empresarios. Hay menos público, y por tanto menos negocios que logran mantenerse con vida. Una realidad que afecta desde hace unas semanas a la calle Méndez Núñez, una de las arterias comerciales del Casco Antiguo, que ha visto que más de una decena de negocios han echado el cierre en este verano.
A pesar de su situación privilegiada -conecta San Pablo con la Plaza Nueva- se ha ido sumiendo en un proceso de decadencia motivada por la bajada de las ventas en todos los comercios. Los que siguen, sobreviven a duras penas, y el resto se ha visto obligado a colgar el cartel de se alquila o se vende, ante la imposibilidad de seguir prolongando una situación de pérdidas en su negocio. Haciendo un recorrido por Méndez Núñez -un ejemplo, pero no la única calle del Centro con estos problemas- puede comprobarse que estos cierres no sólo se han circunscrito a un sector concreto de negocio, sino que ha afectado a establecimiento de muy diversos ámbitos. Han cerrado tiendas de ropa, joyerías, de muebles de oficina... y así hasta un centro de estética para mujeres. Ninguno de ellos ha logrado sobrevivir.
Entre los comerciantes que aún resisten en la calle la situación se vive con cierto miedo porque su establecimiento pueda ser el próximo. Casi en la esquina con la Plaza Nueva, uno de los dependientes de la tienda de Hackett cuenta con resignación la situación que padecen. "Si no hay público, no hay venta y sin venta se ven obligados a cerrar", relata. Para sobrevivir, muchas de ellas han agudizado el ingenio y han aprovechado este periodo de rebajas para incluir grandes descuentos en sus productos para ver si así lograban que el número de clientes subiera de un modo considerable. Él sostiene que la mejor solución para la calle sería "peatonalizarla", en un proceso similar al que experimentó O'Donnell o Tetuán hace ya algunos años.
"Cuando uno pasea por las tiendas de ropa lo que quiere es estar relajado y disfrutar de los escaparates", explicaba. Un hecho que dada la configuración de Méndez Núñez se antoja bastante complicado. "Tenemos una calle con mucho tráfico y sobre todo unas aceras muy estrechas. Vas mirando los escaparates y te tropiezas, y así es bastante complicado". Sea como fuere, al menos han logrado sobrevivir ajustando el margen de beneficios a este verano de crisis galopante.
Pero no todos los comerciantes ven positiva este peatonalización. Uno de los comercios que más años lleva frente al público en esta calle es la Papelería Carmona, ubicada en el extremo contrario de Méndez Núñez. Su dueño ha visto evolucionar al público en el Centro y comprobado como las ventas "van por ciclos". Ahora que la situación aprieta, asegura que ellos se van manteniendo como pueden, pero no ve nada positivo para su negocio el hecho de que la calle se destinara en exclusiva para los peatones. "Aquí vienen algunos clientes que aparcan en la acera, nos compran y se van. A mí me viene bien que sigan circulando", contaba.
Con los carteles de venta y las persianas cerradas, algunas obras que se están acometiendo en la calle dejan una puerta abierta a la mejora de la situación. Casi en su desembocadura en la Plaza Nueva un letrero indica la apertura de un nuevo negocio. Será un bar de copas. Al menos, siempre queda la esperanza de que Méndez Núñez vuelva a ser uno de los referentes comerciales del Centro.