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La ‘calidad’ de un barrio no es motivo para retirar una custodia

Expertos rechazan que se pueda sacar a unas niñas de Rochelambert.

el 14 may 2010 / 20:05 h.

Raquel Díaz, junto a la presidenta de la Asociación de Vecinos Al Quivir, en Rochelambert
El barrio no es un factor determinante a la hora de conceder la custodia de los hijos tras una ruptura matrimonial. "En ningún caso". Los equipos psicosociales de los juzgados de familia consideran como criterio fundamental "el bienestar del niño" y como una única cortapisa "que no existan condiciones de riesgo para el menor".

Si el juez de Martos (Jaén) que lleva el caso de Raquel Díaz, la vecina de Rochelambert a la que su ex marido le quiere quitar la custodia de sus hijas por considerar que su barrio es marginal después de ver un programa de Cuatro, siguiera esta valoración, no haría caso del argumento del padre para conseguir a las niñas.

Con ese planteamiento de base, estos equipos psicosociales -compuestos por un psicólogo y un trabajador social-, se encargan de evaluar al menor tanto a petición del juez que ha de decidir sobre su guarda y custodia como de la Fiscalía o de alguno de los progenitores (en este caso son privados). En esta labor de peritaje se trata de analizar y diagnosticar la idoneidad de un progenitor u otro para hacerse cargo del hijo.

"Se tiene en cuenta todo lo que pueda afectar al niño. Es un trabajo concienzudo de supervisión de todos los elementos que lo rodearán en uno u otro domicilio", señalan las fuentes judiciales consultadas.

"Para tener elementos de evaluación se visita el colegio, el centro de salud y se recoge toda la información pertinente de servicios, infraestructuras y profesionales que rodean a cada entorno familiar". Y en Rochelambert hay, como ya contó el delegado del Distrito Cerro-Amate, Francisco Fernández, "tres centros de Secundaria, una instalación deportiva cubierta, una estafeta de Correos, un ambulatorio, dependencias policiales y ocho entidades financieras".

Estos peritajes psicológicos y sociales -que sirven para que el magistrado decida- se centran, según los psicólogos y trabajadores sociales de los juzgados, en la situación en la que se encuentra el niño, la percepción de las figuras paternales, la relación con cada progenitor e, incluso sus preferencias, algo que no se podrá hacer con las hijas de Raquel porque la mayor tiene cuatro años y la pequeña nueve meses.

En relación a los padres, los factores que se tienen en cuenta pasan por aspectos como la situación tras la separación, su grado de autonomía personal y su "adaptación laboral, social y personal y el apoyo que tenga de otras figuras de cuidado para los hijos, pero esto no pasa porque viva en un barrio u otro y si éste se considera marginal o no".

"De hecho, hay padres o madres que pueden ofrecer un hogar más estructurado en un barrio que se puede considerar marginal. Lo que miramos, en resumidas cuentas, es que el menor esté bien atendido".

En el proceso judicial en el que está inmersa Raquel, que tiene un trabajo estable, casa y apoyo familiar, se cumplen la mayoría de las premisas necesarias para que, a priori, las niñas estén bien en el barrio con su madre.

Las técnicas de evaluación que sirven para determinar sobre su cuidado son principalmente la entrevista, los tests psicométricos y la observación del entorno del menor.

"Esta labor es más de trabajadores sociales, que tienen que centrarse en ver cómo interactúa el menor en cada casa, en el barrio donde juega, cómo se comporta, cómo se desenvuelve y qué tipo de relación afectiva mantiene con cada uno de sus progenitores. Desde luego, no de si el barrio, como no es el caso de Rochelambert, sea marginal".

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