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La cantera sevillista al poder... y a Europa

Manolo Cardo, el entrenador que rescató al Sevilla FC de la apatía a principios de los ochenta recibirá esta semana el primer Banquillo de Oro

el 02 jun 2013 / 17:11 h.

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Imagen-Perfilatura-Manolo-CProbablemente no fue el primer técnico en extraer perlas de la fértil cantera de Nervión. Tampoco fue el primer entrenador de la casa que sacó las castañas del fuego en momentos delicados, Villalonga o Arza ya lo hicieron tiempo atrás. A buen seguro que tampoco inventó el fútbol de toque de la escuela sevillana. Y definitivamente no fue el primer inquilino del banquillo sevillista que condujo al equipo a Europa. Pero Manuel Cardo Romero (Coria del Río, 16 de abril de 1940) hizo todas esas cosas a la vez, sin apenas recursos y sin estridencias, con la humildad por bandera, consagrándose como el primer gran entrenador del Sevilla FC en la época moderna. La que arrancó, gracias a su buen y sencillo hacer, en la primera mitad de los ochenta, cuando sacó a la entidad nervionense de la mediocridad y los altibajos que habían marcado los años setenta y que –excepción hecha del milagro de Max Merkel, que colocó al Sevilla tercero en 1970 nada más ascender– casi se podrían extender hasta los lindes de su etapa como jugador. Porque Cardo, como marcan los cánones, fue cocinero antes que fraile. Y su faceta como futbolista siempre se ha tratado de soslayo, como quitándole importancia, cuando resulta muy ilustrativa para entender su posterior éxito en el banquillo. Trayectorias paralelas, vamos. Empezó jugando en los equipos del Coria CF y de allí pasó al Sevilla Atlético, en el que estuvo varias temporadas hasta lograr el primer ascenso a Segunda, en el ejercicio 1961/62. Un año después, hacía sus primeras apariciones –cinco partidos– en el primer equipo sevillista, en el que se asentaría en la 63/64, alternándose en el mediocampo con su tocayo y paisano Ruiz Sosa junto al paraguayo Achucarro. Tras un año de cesión en el Recre, retornó al equipo sevillista en la 65/66, participando algo menos aunque anotando sus dos únicos goles (al Córdoba y al Pontevedra) y logrando, con Arza en el banquillo, la clasificación para la Copa de Ciudades en Feria, que disputó el Sevilla en la 66/67, último año del coriano, que jugó poco –esta vez era Enrique Lora el que le quitaba el sitio– antes de pasar por el Recreativo, el Algeciras y el Avilés, club con el que se retiró del fútbol en activo. Una carrera típica de un futbolista de los llamados de club, todo pundonor y entrega, ya que tampoco albergaba cualidades de estrella. Y esa misma línea la repitió en el banquillo, empezando por los juveniles de su Coria antes de que Eugenio Montes Cabeza lo reclamara para el Sevilla juvenil, al que hizo campeón de la Copa del Rey en 1979. En la campaña 80/81 entrena al Sevilla Atlético en Tercera y lo clasifica como campeón de su grupo, pero se le escapa el ascenso a Segunda B en una promoción ante el Telde canario. Siendo técnico del filial, Eugenio Montes y el secretario técnico Ángel Castillo deciden que pase a ocuparse del primer equipo mediada la temporada, ya que Miguel Muñoz tiene al equipo penúltimo. Cardo debuta el 13 de diciembre de 1981 en La Romareda y el Sevilla golea al Zaragoza (1-4) en un festival del brasileño Pintinho, autor de los cuatro tantos, y del cerebro Francisco, de sólo 19 años y al que el coriano pasa del filial y le da la manija del equipo. Ocho victorias y dos empates en casa impulsan al Sevilla hasta la séptima plaza que, gracias a la Recopa ganada por el Barça, vale el billete a la Copa de la UEFA. El once titular (Buyo; Nimo, Rivas, Álvarez, Blanco; Pintinho, Francisco, Ruda, Juan Carlos; Magdaleno y Santi) es repetido de carrerilla por una afición entregada al coriano. Todo ello con un equipo plagado de canteranos (Nimo, Álvarez, Ruda, Moisés) al que se sumarán en años venideros Choya, Grande, Alfaro, Ramón o Jiménez, y practicando un fútbol de muchos quilates que enamora a la España balompédica. Cardo lo borda la siguiente campaña, salvando dos eliminatorias europeas ante el Levski Spartak búlgaro y el PAOK griego para ceder ante el potente Kaiserslautern alemán, y firmando un curso liguero magnífico, que culmina con la quinta plaza y la segunda clasificación continental consecutiva, en un año en el que el Sevilla le gana al Betis los cuatro derbis disputados. En su tercera temporada se le escapa la UEFA, acaba octavo, pese a golear en casa al campeón Athletic (4-1) y a Barça (3-1) y Madrid (4-1), y el devenir continental es efímero: lo echa el Sporting de Lisboa... con ayuda de los colegiados. La entidad atraviesa serias dificultades económicas que le impiden fichar –sólo llega Juan Álvarez desde Alemania– y las lesiones de Santi y Magdaleno menguan mucho la capacidad goleadora del equipo. Su valedor Montes Cabeza dimite harto de las críticas. Cardo aún sigue otros dos cursos (el Sevilla acaba 12º y 9º, por fin con algunos fichajes:Nadal, Sanabria, Estella y Zambrano) antes de cerrar una etapa que le convirtió en el entrenador sevillista con más partidos en Primera División (156), cifra que no logra superar ni siquiera Joaquín Caparrós (152), aunque el utrerano se mantuvo cinco temporadas enteras. El coriano pasó luego por los banquillos de Cádiz, Recre, Las Palmas, Xerez y Marbella, pero sin el mismo éxito. Y es que Cardo fue profeta en su tierra y es, qué duda cabe, el entrenador idóneo para estrenar el Banquillo de Oro-Ramón Encinas, galardón que le entregará el club de sus amores este jueves día 6.

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