Cultura

La capital de los arcángeles

Llegaron a ser un motivo propio del arte sevillano, tan habitual era su presencia impulsada por la devoción popular. Ahora, una guía recopila en la ciudad casi 400 imágenes de arcángeles en Sevilla.

el 26 oct 2014 / 12:00 h.

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No es nada probable, porque el resultado no fue muy allá, pero si al director Brad Silberling se le ocurriese hacer una segunda parte de Ciudad de ángeles, y además aumentar la categoría de sus protagonistas, no le quedaría más remedio que venirse aquí a rodarla. Porque resulta que Sevilla es la capital de los arcángeles, donde más representaciones de estas criaturas celestiales hay en toda España, una circunstancia desconocida que es fruto de la idiosincrasia de esta ciudad y de la herencia sobre todo del Siglo de Oro. 20/10/2014JOSE LUIS MONTEROArcangeles de Sevilla Así lo defiende la investigadora Rosa Rodríguez Cárcela, que se ha pasado años siguiendo el rastro de estos entes para darle forma a la guía Arcángeles de Sevilla, que esta semana ha visto la luz. Todo empezó con el arcángel San Miguel de la iglesia de Santa Cruz. «Esa fue la fuente inspiradora. Me quedé impactada por su belleza, fuerza y movimiento», de ahí que se pusiera a seguirle el rastro para encontrarse que esta talla anónima está considerada como la mejor de San Miguel de todo el siglo XVIII. Y encima, el párroco asegura que es una imagen bastante milagrera. Eso despertó su curiosidad, así que se puso a contar arcángeles y al final le han salido casi 400 (385 en concreto) repartidos por 91 edificios de la ciudad: 56 iglesias y capillas, 21 conventos, cinco antiguos hospitales y nueve enclaves más como el Ayuntamiento, el Palacio Arzobispal, el Rectorado y los museos de Bellas Artes y Artes y Costumbres Populares. Su guía es un recorrido por la Sevilla devocional y monumental, pero también por la artística, porque desfilan nombres como Murillo, Pacheco, Valdés Leal, Juan Espinal, Roldán, Cayetano de Acosta… El catálogo es tan amplio que, a la fuerza, nos cruzamos con arcángeles casi sin darnos cuenta y en muchos formatos, especialmente en pintura y escultura, pero también en cerámicas, vidrieras, forjas, azulejos… En cuanto se puso a hacer el inventario, se quedó «sorprendida por el volumen de arcángeles que hay en Sevilla de calidad excepcional», sobre todo de los siglos XVII y XVIII, aunque también del XVI y del XIX. La mayor concentración la encontramos en la Catedral (en puertas, capillas, sacristías y hasta en el Altar Mayor), aunque la serie arcangélica más recomendable (de las mejores de España) la tenemos en el hospital del Pozo Santo, un conjunto de diez pinturas «espectaculares» de hacia 1670, obra del entorno de Zurbarán, y muy poco conocidas en la ciudad pese a que las religiosas que regentan las instalaciones las abren a todo el que llama a sus puertas. Y por cierto, para facilitar estas cuestiones de intendencia la guía incluye direcciones, teléfonos y horarios de apertura. También es muy desconocida otra serie que, aunque incompleta porque sólo quedan cuatro cuadros, se conserva en la casa hermandad del Silencio, piezas de Alonso Miguel Tovar de la primera mitad del XVIII que no son fáciles de ver porque el acceso no es público. Y por rematar las mejores series pictóricas, la autora también señala a la iglesia de Santa Ana, donde la bóveda de la capilla sacramental está decorada por el Cordero Místico escoltado por siete arcángeles, obra del XVIII muy deteriorada. Lienzos reseñables son legión, como los de Juan de Espinal en el Palacio Arzobispal, Francisco Herrera el Viejo en San Bernardo o las pinturas sobre tabla de Alejo Fernández en la capilla de Maese Rodrigo. Una de las mejores colecciones la cobija el Ayuntamiento, con cuadros que recorren tres siglos. Pero no son las únicas representaciones, ni mucho menos. Conjuntos escultóricos que merecen la pena tenemos en la capilla de los Humeros o en la fachada de San Luis de los Franceses, en la que están en actitud de proteger a la ciudad… En El Salvador encontramos la única serie completa escultórica de arcángeles que, dispuestos en cuatro grupos, Cayetano de Acosta labró en el rococó altar mayor del templo, y tampoco habría que perderse las tres esculturas en mármol que el mismo autor hizo para la iglesia del Sagrario. En Santa Paula hay habilitada toda una sala con representaciones de San Miguel, y otra talla con esta misma advocación que posee la hermandad de Omnium Sanctorum procesiona en noviembre. San Clemente, el beaterio de la Trinidad, San Pedro, la Magdalena..., la enumeración es imposible por inabarcable, hasta el punto de que la autora propone 14 rutas que bien podrían aglutinarse y editarse como itinerarios turísticos. Un detalle curioso de la pasión arcangélica sevillana es que básicamente se representan los tres personajes canónicos (San Miguel, San Gabriel y San Rafael), pero también tienen su sitio los apócrifos, de ahí que, como en el Pozo Santo, nos salgan hasta diez: se les suman Ariel, Oziel, Iaciel, Eliel, Hadriel, Alamiel y Esriel. Ello obedece a que, aunque no estaban oficialmente reconocidos porque sólo se les cita en evangelios apócrifos, la Iglesia siempre ha hecho la vista gorda. ¿Y por qué esa importancia de los arcángeles en Sevilla, hasta el punto de que se considera un tema propio de la producción artística de la ciudad barroca? Pues porque eran los guardaespaldas de la humanidad y su vínculo con Dios. San Miguel es el gran soldado, el príncipe de los ejércitos celestiales, y a él se le encomienda la protección de los conventos, a lo que se une su función contrarreformista (lucha contra la herejía) y que en Sevilla es el primer combatiente por el dogma concepcionista. San Rafael combate las enfermedades, porque es la medicina de Dios, mientras que San Gabriel es el más habitual en el arte hispalense al ser el coprotagonista junto a la Virgen de la Anunciación. La tradición sevillana, por cierto, coloca sin ningún fundamento teológico al ángel de la guarda como el cuarto arcángel. Esta fe popular (que se exportó a América, algo en lo que tuvo mucho que ver el taller de Zurbarán) explica también el porqué de cómo se les representa. «Son príncipes que van vestidos de gala, son como cortesanos que parece que van a bailar un rigodón», explica el historiador Juan Luis Ravé, que acompañó a la autora en la presentación de la obra y que hasta detalla que «eran los superhéroes de los niños del Siglo de Oro». Seres alados con esa función de mensajeros o intermediarios con los dioses encontramos desde el mundo asirio, y si hablamos específicamente de arcángeles los tenemos también arraigados en las iglesias ortodoxa y copta, incluso en el islam. Toda esta devoción se diluyó con el tiempo, y en ello también tuvo su parte de culpa la propia Iglesia, que le quitó a cada uno su fecha en el santoral para aglutinarlos el 29 de septiembre, día de todos los arcángeles. De aquella relación tan especial con estos seres sólo queda una huella artística que nos recuerda que hubo un tiempo en el que Sevilla era la capital de los arcángeles.

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