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La cara más amable del circo

El Circo Style sube al escenario del Lope de Vega el espíritu tradicional del circo.

el 20 ene 2011 / 07:34 h.

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Teatro Lope de Vega. Balagan. Creador y Productor: Mikhail Matorin, “Misha”. Compositor: Vasily Bogatrev. Reparto: Aneliya Ault, Oleg Baklanov, Victoria Bilyauer, Chen Bin, Mikhail Chebotarev, Yuan Feng, Konstanti Gvozdestkiy, Iurii Grinchuk, Liau Kai, Viktoria Kovalenko, Rouri Misan, Yuri Motuzenko...
Calificación:***

De todos es sabido que el espíritu del circo es trasvasar los límites de las habilidades humanas. Este espectáculo no sólo cumple sobradamente con esta finalidad sino que, además, consigue imprimir al lenguaje del circo una impronta mucho más cercana y amable.

Para ello su creador, Mikhail Matorin, se vale de un formato teatral en el que los números de circo se engarzan gracias a los elementos formales típicos del lenguaje teatral, esto es, un llamativo vestuario, una sugerente iluminación y una música incidental que subraya con eficacia los momentos más arriesgados y emocionantes.

No obstante, más que como un espectáculo de circo teatral habría que calificarlo como un montaje de circo que utiliza al teatro para revestir los números circenses de una mayor belleza y sofisticación. Sin embargo, el lenguaje teatral está presente en algunos números, como los del payaso mimo, malabarista y acróbata, que desde un principio entabla una relación de interacción con los espectadores a los que, desde luego, no tarda en convertir en cómplices.

Pero, fuera de esa interacción, el espectáculo se centra en ofrecernos toda una gama de números de malabares y acrobacias que hacen honor al lema circense del “más difícil todavía”. Porque, desde luego, lo que más llama la atención es la increíble preparación técnica del reparto, su entrega y su capacidad para sorprendernos y dejarnos sin aliento con una serie de acciones imposibles que colman el escenario de imágenes hermosas e impactantes.

Así, malabaristas, acróbatas y trapecistas nos regalan toda una gama de ejercicios arriesgados, ejecutados con una impecable preparación técnica y una absoluta limpieza y prestancia. Además, cabe destacar también su humildad a la hora de integrarse en el ritmo de la obra, lo que les lleva a participar como un elemento más del relato, sin la posibilidad adquirir ningún protagonismo.

Todo ello, unido a la interacción del payaso que anula la cuarta pared, logra que la obra, aun conservando el espíritu tradicional del circo, nos resulte mucho más amable cercana. No en vano su creador fue un destacado integrante del Cirque Du Soleil, una fórmula que consiguió en su día dar una nueva forma al lenguaje del circo. Una fórmula a la que, sin duda, remite este montaje aunque, por desgracia, no acaba de alcanzar su espectacularidad debido a que se trata de una producción mucho más modesta y a que la coreografía resulta un tanto pobre y anacrónica.

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