Economía

«La cárcel es como un monasterio pero más entretenido»

El ex dueño de Contsa, José Salas Burzón, relata cómo vivió los 20 meses que estuvo privado de libertad.

el 21 jul 2010 / 20:32 h.

Sonriente, sin perder ni una pizca de sentido del humor y bronceado -ha pasado unos días con sus niños en la playa-, se presentaba ayer José Salas Burzón ante los medios informativos convocados.

Ataviado con chaqueta y su habitual pañuelo, y sin apariencia de haber adelgazado -o al menos ya repuesto- en sus 20 meses de estancia en prisión.

"No, no he pasado hambre -bromea ante los periodistas, a los que no rehúye en ninguna pregunta- pero no es un sitio que recomiende". Porque, según relató, ha pasado "muchos días malos, muchas noches malas, mucho llanto... sobre todo por mi gente", confiesa.

Admite que su paso por la cárcel, dentro de lo que eso supone, ha sido llevadero. En ello ha tenido mucho que ver que, al ser su primera pena y "por mi perfil", le destinaran a la biblioteca, en un módulo de estudio y que le autorizaran a tener ordenador, lo que le ha permitido también aprender inglés y, de paso, "estar entretenido".

"La cárcel es mucho de cabeza. El mejor del mundo se desmorona. Yo soy una persona fuerte, me he adaptado, lo he considerado como una etapa de mi vida. Yo decía de cachondeo que antes de entrar estaba tan estresado que tenía ganas de meterme en un monasterio un año y [la cárcel] era como un monasterio pero más entretenido, con más emociones y más divertido".

Y es que si hay alguna manera de sobrellevar el aislamiento y la privación de libertad, era "no pensar". "Decía una frase de un libro de Mario Conde que me regaló Tulio -su abogado- que el que piensa paga". De hecho, admite que era "una de las formas de llevar el tema familiar, parece muy duro decirlo pero es la verdad".

Si se queda con algo de esta experiencia, es el "descubrimiento" que le ha supuesto con sus hijos. Pasar más tiempo, jugar con ellos. "El día que mejor y peor lo pasaba a la vez era el que venían mis hijos porque era muy feliz, pero cuando se iban te dabas cuenta de la realidad".

Una sensación que asegura tenía también "cuando veía en la tele El Rocío, la Semana Santa o la Feria, cosas a las que yo estaba muy ligado, te devolvía a una realidad y te quitaba de tu círculo, de tu vida, del mundo que te habías creado, porque lo más importante para sobrevivir allí es crearte un mundo donde no existe el exterior e intentar estar lo mejor posible y sobrevivir".

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