El Museo de Bellas Artes de Sevilla registró ayer una extraordinaria afluencia de público con motivo de la exposición Colección Casa de Alba, que se abre al público en su primer fin de semana y podrá ser visitada hasta el próximo 10 de enero.
Será porque hay en España más afición que nunca a las grandes exposiciones, o porque la dimensión popular de la Casa de Alba tiene un alcance insospechado; no cabe duda de que el buen tiempo, casi estival, también invitaba ayer a echarse a la calle y disfrutar de los atractivos culturales de la ciudad. Todos los factores favorables pueden ayudar a explicar el fenómeno, pero lo cierto es que los visitantes al museo hispalense se contaban ayer por docenas... Y esto sólo parece ser el principio.
Tampoco sorprende que llame la atención del gran público una colección como esta, compuesta por 40 piezas cuidadosamente escogidas del legado ducal, todo un acontecimiento considerando que los de Alba no son muy amigos de estos préstamos, y que hacía nada menos que 22 años que no hacían una cesión de estas características, concretamente desde la gran muestra de Madrid de 1987.
Una oportunidad, pues única o casi única para hacer un recorrido por algunos de los más sobresalientes nombres de la Historia del Arte de los últimos cinco siglos, que hasta ahora permanecían obstinadamente vedadas a la mirada del pueblo llano tras los muros del Palacio de Liria y, en menor medida, del Palacio de Dueñas.
