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La catarsis más hermosa

Rodri, criado en la Soria más rural, fue el encargado de divinizar al Sevilla en las postrimerías del encuentro. Fue gracias a un escorzo imposible y a su carácter de ganador nato.

el 15 may 2010 / 22:52 h.

Álvarez formó con un 4-4-2 de inicio.

Rodrigo Ríos Lozano, Rodri, se crió en la Soria más rural. Allí, en la Castilla más auténtica, se curtió el nuevo emblema del Sevilla, un producto de la factoría de Nervión, una nueva joya de la Carretera de Utrera. 

Y él fue el elegido por el destino para rescatar a un equipo moribundo y sin alma en las postrimerías de un encuentro ideal para medir la resistencia del corazón.

La asfixiante presión del Almería, eléctrico y especialmente motivado, ahogó a un doble pivote blanquirrojo incapaz de generar peligro.

En la primera mitad, Álvarez planteó una pizarra equilibrada. El 4-4-2 inicial, con Luna en el lateral zurdo y Negredo en ataque, no fue suficiente para ejercer el control del encuentro.

El Almería de Lillo, vertebrado por la movilidad de Crusat y Piatti, monopolizó la cuota de posesión y buscó la meta de Palop con asiduidad y envíos directos. En la zaga, el técnico rojiblanco, Juanma Lillo, ordenó a Chico un marcaje al hombre sobre Negredo en la definición.

Y el rédito fue notable. El madrileño se autoexpulsó y condenó al Sevilla a una sobredosis de carácter y ambición. Y fue entonces cuando Antonio Álvarez, preso de la ansiedad y la necesidad, diseñó un 3-4-2 y dispuso a Rodri y Kanouté en ataque. Y de repente surgió el '9' para originar la catarsis más hermosa de la Liga.

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