Sorprende en la poesía de Manuel Lombardo Duro (Jaén, 1944) la combinación de ironía con cierta vehemencia a la hora de denunciar determinados comportamientos de la sociedad en la que vive. «A medida que soy mayor, veo más negro el panorama», confiesa. «Creo que el mundo está en una clara dirección de autodestrucción a niveles globales. Eso no lo veremos, pero tenemos que decir algo al respecto». En ese sentido, para este autor que acaba de publicar en el sello hispalense Metropolisiana un nuevo título, Inventario de nieve, la poesía cumple «una función de catarsis, de sublimación, de desahogo y también de crítica. Habrá gente que sintonice con lo que digo, y gente que no», agrega Lombardo. «Nunca jamás/ tantos imbéciles/ han sojuzgado tanto/ a tan pocas personas excelentes», sentencia en su poema Caracola, mientras que en En serio confiesa: «Escribo en broma,/ pero me río en serio./ Quisiera trasplantarme/ un cuerpo nuevo/ sin órganos ni muerte,/ salir de la cloaca/ de semen y ataúdes». Con cuatro décadas de trayectoria y 14 poemarios en su haber, este autor se reconoce a sí mismo como «un poeta casi desconocido, si acaso un poco menos en Jaén», que por regla general «he rehuído presentarme a premios, o tirarle de la levita a nadie. He preferido siempre mantenerme independiente, y he llegado a sentirme a gusto así. Tampoco soy un ermitaño, ni un troglodita, pero sí he aprendido la vida retirada de Fray Luis de León, y vivo contento, ni envidiado ni envidioso», agrega. De su ya larga obra poética explica que «todos los libros son en cierto modo iguales, y a la vez todos son diferentes. Creo que, viéndolo con perspectiva, tengo unas líneas que se reproducen a lo largo de toda mi producción poética, aunque el estilo pueda ir cambiando: a veces versos más largos o más cortos, a veces un ritmo más ralentizado y otras más acelerado...». Esas líneas constantes son, según afirma, «una indagación en el ser humano, también una visión pesimista sobre él. Desde el sarcasmo o la ironía, como desde el humor negro, todos los libros tratan de ir contra el poder, la muerte y la imbecilidad. Por eso suelo decir que la poesía no solo me permite expresarme. Para mí es también una forma de luchar», añade el autor de títulos como Blancanieves cojea algunas veces de mi mano, Contracanto, Miserable poesía, Allegro bárbaro o Noemas y nademas. Padre del crítico cinematográfico de Diario de Sevilla, Manuel J. Lombardo, el poeta se reconoce «amante del cine, pero no me considero ni crítico ni especialista, no sería capaz de meterme en eso», dice. «Me considero, eso sí, un buen espectador, pero mis pasiones principales son la música y la palabra. El cine queda en un tercer puesto». Amante de la poesía clásica griega, el simbolismo de los Baudelaire, Verlaine, Rimbaud y Lautreamont, así como de autores como Paul Celan, Samuel Beckett o Franz Kafka, Manuel Lombardo Duro está convencido de que «la causa principal de todo este desastre que estamos viviendo en España es que no se lee. Si no se empieza en la infancia, el amor a los libros ya no se retoma nunca. Y me temo que vivimos tiempos de un gran analfabetismo global», sentencia. Sea como fuere, con Inventario de nieve un título que se sirve «del frío como símbolo del paso del tiempo» no espera que se disparen los índices de lectura, «sino encontrar personas nuevas. Un libro es siempre un vehículo fabuloso para comenzar una nueva amistad», apostilla el escritor.