Junto al veto a la expansión del regadío, la CHG prepara una "revolución" en las tarifas que cobra a los agricultores por el agua para sus riegos. En un par de años máximo, se dejará de pagar por hectárea, como hasta ahora, y se hará por metro cúbico según la lectura que conste en los contadores de las comunidades de regantes, siendo éstas las que decidan la fórmula de repercutir los costes entre los distintos socios.
Sería, a juicio de Javier Serrano, el comisario de Aguas del regulador de la cuenca, un paso intermedio hacia el objetivo -aún difícil de alcanzar- de que el agricultor pague realmente por los recursos consumidos y por el coste real de los mismos, una revolución ésta que tardará.
Eso, en cuanto a las aguas superficiales. Para las subterráneas, Serrano considera que no es de recibo que sean "gratis total", al tratarlas aún la legislación como una concesión minera, máxime cuando pueden restar caudales al río Guadalquivir y, además, conllevan mayores gastos de gestión en la propia CHG. Sin embargo, por aquí, al menos de momento, no se puede meter mano, porque requiere un cambio en la normativa nacional. Por ello, en este ámbito el mayor esfuerzo se centra en perseguir los sondeos ilegales que pinchan la tierra y extraen agua a decenas e incluso centenares de metros de profundidad.
No en vano, y según indican en esta institución, el principal empuje del regadío viene vía pozos. "Es necesario un llamamiento a la cautela. La mayor parte de las masas de agua subterránea más productivas están alcanzando unos coeficientes de explotación que aconsejan la limitación de nuevas extracciones, como ya se hace en todas [esto es, en los acuíferos] las que la explotación supera el 40% de recarga". Y especial vigilancia en la cabecera de la cuenca, allá por Jaén. La apertura de expedientes irá al alza -ver la información anexa-.
Inventario.Hasta ahora, la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir se remitía al registro de regadíos que, para la Consejería de Agricultura y Pesaca, elaboró, en los albores de esta década, Juan Corominas, ex director de la Agencia Andaluza del Agua. Sin embargo, el regulador de la cuenca ya dispone de su propio inventario, y Agustín Argüelles, el jefe de la Oficina de Planificación Hidrológica, se ha llevado las manos a la cabeza tras cosechar unos resultados que no hacen sino confirmar las continuas denuncias de los regantes sobre la imparable expansión de la superficie irrigada.
En efecto, en un documento remitido por Argüelles al presidente de la CHG, Francisco Tapia, habla de una "estimación provisional" de 803.000 hectáreas, aunque las cifras definitivas podrían arrojar alrededor de 820.000. Para hacerse una idea del crecimiento baste recordar que en el último inventario disponible, el de 2004, contabilizaba 750.000. Y el principal cultivo que impulsa este crecimiento, el olivar.
