Cofradías

La cigüeña de la calle Castilla

152 niños han nacido al amparo de ‘Esperanza y Vida’, el proyecto de ayuda a mujeres gestantes de la hermandad de La O

el 24 dic 2014 / 13:00 h.

ALMANAQUE-2013_Página_14.jpgWisdon, Juan, Morris, Said, Lucía, Dolores, Alegría, Akorede… Son los nombres de algunos de los 152 niños que en los últimos ocho años han llegado al mundo gracias a la inestimable ayuda de una cigüeña muy particular, la que sobrevuela la torre de la parroquia de la O desde que el cardenal Amigo coronase canónicamente a la dolorosa de la Expectación de la calle Castilla. En aquel 2007 la hermandad de la O ponía en marcha una importante obra social aparejada al expediente de la coronación, un proyecto bautizado con el nombre de Esperanza y Vida y encaminado a ofrecer a madres gestantes en situación de marginación o vulnerabilidad social la ayuda y el asesoramiento necesarios para llevar a buen puerto su embarazo. Las sonrisas de estos niños –algunas de ellas asoman tiernas y dulces en el calendario de sobremesa benéfico que la hermandad pone a la venta con el fin de recaudar fondos para la causa– son hoy día  la mejor recompensa para las personas voluntarias que integran de manera permanente el equipo técnico de este proyecto: la trabajadora social Elena Tejedor, las colaboradoras  Rocío Vega, Sonia Díaz y Mariola Hernández, además del gerente, Jesús Capilla Besadio. Durante los últimos doce meses –de octubre de 2013 al 30 de septiembre pasado– un total de 38 nuevos casos han sido dados de alta en este proyecto, manteniendo una media de visitas de atención mensual por encima de los 30 casos. «La atención que ofrecemos va más allá del asistencialismo puntual. La nuestra es una atención más personal, ya que seguimos un proceso de seguimiento de la mujer al menos hasta el embarazo y muchas veces hasta después del parto hasta conseguir el objetivo de la autonomía de la madre y su hijo», explica el gerente. Las mujeres que acaban llamando a la puerta de Esperanza y Vida suelen provenir derivadas de otras entidades asistenciales, caso de las Cáritas parroquiales, las bolsas de caridad de otras hermandades y Unidades de Trabajo Social, aunque a veces también funciona el «boca a boca» entre ellas. En su mayoría proceden de un estrato social de «perfil bajo», viven en situaciones muy precarias y en sus casos subyacen situaciones muy complejas: mujeres que provienen de la prostitución y se quedan embarazadas, inmigrantes ilegales, menores de edad e incluso algún caso con discapacidad intelectual... «Todo esto a veces se complica con algunas mujeres sin conocimiento de nuestro idioma», apunta Jesús Capilla. La tónica general en la mayoría de las mujeres atendidas es «la soledad», sobre todo entre las inmigrantes, y su «dificultad para encontrar trabajo». Su procedencia geográfica es también diversa. De las 161 mujeres atendidas desde 2007, 55 de ellas (34,1%) llegaron a Sevilla procedentes de países latinoamericanos, aunque el dato que más sorprende es el de las españolas que han logrado llevar adelante sus embarazos gracias al amparo de este proyecto social. Son el segundo grupo más numeroso en esta estadística, con 49 casos atendidos (el 30,4%), y nada menos que 41 de ellas estaban localizadas en Sevilla. De Nigeria y otros países del África subsahariana procedían el 22,3% de las mujeres atendidas, mientras que el Norte de África (10,5%) y el resto de Europa (2,4%) acaparan los restantes casos. Una entrevista de la trabajadora social con la futura mamá establece las necesidades básicas que la persona puede necesitar y no puede conseguir por sus medios. A veces son tan perentorias que se hace necesario pagarles el alquiler de su vivienda y los recibos de suministros básicos o se les entregan vales para el economato social de Triana. «Durante el embarazo, nos centramos más en el bienestar de la madre, facitándole la alimentación adecuada y garantizándole unos mínimos servicios». Ya después del parto, los cuidados se centrarán también en el hijo, al que además de abastacer a nivel alimentario o sanitario (gracias al acuerdo con una farmacia del barrio), se le surte de la denominada canastilla (ropa de bebé, cuna, carrito). El objetivo último, «lo más complicado», es la inserción laboral de estas mujeres, muchas sin ni siquiera el graduado escolar, para que puedan valerse por sí mismas. Cómo ayudar. Esperanza y Vida se financia gracias a las cuotas trimestrales de sus benefactores (el 90% hermanos de La O), de subvenciones de organismos, de donaciones (provenientes también de hermandades), de la asignación presupuestaria de la propia corporación del Viernes Santo y de ingresos atípicos (organización de eventos o la venta del calendario de sobremesa). Un importante número de personas realiza también donaciones materiales, caso de ropa de bebé, cunas, coches y sillas para el automóvil con las que se nutre el gran ropero de La O.

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