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La cocina de las abuelas

Taberna Berrocal (Plaza Nueva). Bajo la forma de una clásica Casa de Comidas, en este rincón sevillano la tradición se sienta con nosotros a la mesa.

el 22 oct 2010 / 08:07 h.

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Para los que lo conocemos es fácil distinguir por todos los rincones de esta casa rasgos de la inquieta personalidad del propietario, José María Rojas, hombre de muchas y sabias palabras, un apasionado de la micología y de los buenos vinos, y estudiante aplicado, a sus años, de las profundas tradiciones gastronómicas de nuestra tierra.

Hace más de una década que José María, de oficio restaurador, se lanzó a una aventura que diversificó en dos propuestas, una frente a la otra en la misma calle, con igual esencia y distinta forma.

En El Pozo de Moratín los protagonistas son los vinos, niños mimados de nuestro protagonista, que reposan en una magnífica bodega en la que los caldos andaluces -Jerez y Arcos, la Sierras de Málaga, el Valle de Lecrín...- comparten primera fila con los sevillanos -los tintos Colonias de Galeón y Overo de Lebrija, o el Ocnos blanco de Cazalla de la Sierra-.

Y cruzando de acera, la Taberna Berrocal, personaje de Cervantes y buen entendedor de vinos, constituye hoy en Sevilla uno de los pocos rincones puristas que aún rinden culto a la cocina casera en el más amplio sentido de la palabra. Hay hasta un guiso diario que se llama el de la agüela porque en ese estudio de las recetas de siempre asienta el negocio su personalidad.

Aquí el salmorejo es Jarria, versión de La Puebla de Cazalla, patria de José María. No hay flamenquines sino Bartolos sevillanos, que llegaron antes. Y la Tarta de galletas y chocolate o el Pudin de Batata con jalea de membrillo son dulces tan auténticos que suponen un verdadero viaje gastronómico en el tiempo. Capítulo aparte merece la afición del propietario a la micología -es uno de los organizadores de las Jornadas Micológicas de Almonaster la Real-.

Llegadas estas fechas, la cocina de Berrocal se impregna de aromas de tanas, colmenillas y chantarelas. Son setas de canasto, recogidas por José María cada fin de semana, frescas y con todo el sabor de las Sierras de Huelva o Sevilla. En la casa se saben conservar todo el año pero en esta temporada se completa con los platos de caza -ciervo y jabalí con membrillos, o mechados, o en caldereta...-, y bien merece por sí sola la visita.

Valgan como muestra el Salteado de setas, el Revuelto de papas con trufa fresca o las Setas a la sartén con jamón. Acompañen con un vino recomendado por el anfitrión, y disfruten de lo mejor del otoño.

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