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La coherencia tiene un precio

El alcalde debe decidir ya si gobierna como prometió en la oposición o si se esconde tras las culpas de otros.

el 27 feb 2012 / 12:48 h.

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El alcalde, Juan Ignacio Zoido, junto al portavoz Juan Bueno y al concejal Beltrán Pérez, durante el pleno.

Querido lector, hoy quiero hacerle partícipe de una reflexión que lleva meses rondando mi cabeza y que en las últimas semanas ha regresado con más fuerza que nunca: ¿por qué alguien quiere dedicarse a la política en estos momentos? No vale caer en la demagogia y decir que porque ganan mucho dinero. No es cierto. En realidad, la mayoría de nuestros políticos (también sé que hay excepciones, que todo hay que decirlo) tienen salarios bastantes moderados para la responsabilidad que asumen. Sé que esto no queda bien decirlo en un país con más de cinco millones de parados y en plena oleada de recortes. Pero es así. Un ejemplo: el director-gerente de Fibes, Gaspar Sáez, -un hombre preparadísimo y un magnífico profesional-, cobra el doble que el presidente del Gobierno, de la Junta y que el alcalde de Sevilla -también personas preparadísimas y magníficos profesionales-. Así que no, por el sueldo no creo que sea.

Tampoco acepto esa idea generalizada de que se dedican a la política porque se lo llevan calentito. No, me niego en redondo. Claro que ha habido casos de corrupción que han salpicado a concejales, consejeros o presidentes autonómicos, pero se han detectado y han sido o están siendo juzgados. El mal de unos pocos no puede ser extensible al resto. Eso no. Tampoco creo que obedezca a un afán de notoriedad. Desde luego ocuparán portadas de periódicos, planos en televisión y minutos en radio (normalmente en proporción a su cargo)... pero no sé si compensa. Últimamente las primeras páginas de los diarios, los planos del telediario y los minutos radiofónicos los ocupan los recortes, los impagos, los despidos y las protestas ciudadanas ante tanto ajuste. Que le pregunten al alcalde de Carrión de los Céspedes, Ignacio Escañuela (IU), si recompensa: en los primeros meses de su mandato amagó con dimitir pocas veces tras comprobar el paupérrimo estado de las arcas municipales.

Si le preguntas a cualquier dirigente público, te responderá que eligió esta vida por sentido del deber y de servicio al país (comunidad o alcaldía). Es un trabajo que consume, con una alta dosis de compromiso y responsabilidad (miren el declive físico de Zapatero desde que fue elegido presidente). Sí, tampoco es precisamente un camino de rosas el que atraviesan los desempleados o aquellos que trabajan bajo el yugo del despido y la explotación. Seguro que no. Pero también su labor se merece nuestro respeto. Siempre he admirado el papel que desempeñaron nuestros políticos los últimos años del franquismo. Se jugaron su vida por un futuro democrático para España. Entonces, ¿qué ha ocurrido desde aquella época hasta nuestros días para que la política -la misma que nos devolvió la libertad y nuestros derechos- esté tan mal valorada por los españoles y se convierta en un problema por encima de cuestiones tan importantes como el terrorismo, la educación, la sanidad o la vivienda? Y creo que tengo una respuesta.

En este país, y por ende en Sevilla, gobernar es muy fácil, entre otras razones porque el papel de la oposición se ha deteriorado hasta el extremo. La oposición ha pasado de ser constructiva a destructiva. Sin sonrojo alguno, los partidos en el gobierno incumplen todo aquello que prometieron en la oposición. Pregúntenle a Rajoy que garantizó que no subiría los impuestos ni abarataría el despido... Pregúntenle a los dirigentes socialistas que se manifestaron el 19-F contra la reforma laboral un año y medio después de desaparecer de las calles cuando las protestas eran por su plan de recortes. O a Zoido. Que en la oposición demonizó los casos de enchufismo durante la etapa de gobierno de PSOE e IU y ahora al menos una veintena de familiares, simpatizantes y cargos de Nuevas Generaciones del PP copan las coordinaciones de los talleres de distrito.

Es cierto que tras las revelaciones de este periódico y la denuncia del PSOE (el mismo partido que utilizó esta práctica) ha obligado a dimitir a cinco personas con parentesco con responsables del partido o el gobierno municipal, entre ellos la prima del delegado de Empleo, Gregorio Serrano. ¿Pero es suficiente? Cuando estaba en la oposición, Zoido exigió dimisiones porque entendió que había que depurar responsabilidades políticas. ¿Ahora ya no? ¿Cuál es la diferencia? ¿Que ahora son otros? Como dijo el primer ministro francés, Pierre Mendès France, gobernar es elegir. Así que Zoido debe decidir si gobierna como prometió en la oposición (motivo por el que fue elegido por abrumadora mayoría) o si se esconde detrás de las culpas de los otros. La coherencia tiene un precio. Que le pregunten a Espadas y Torrijos, que ahora purgan sus pecados... en la oposición.

En Twitter @atrujillo79

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