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La contracrónica: Lotina y la ideología de los 'afrancesados'

En la Andalucía del XIX eclosionó la figura del afrancesado, adicto a la revolución política, social y económica que nacía en las entrañas de la París más moderna.

el 17 oct 2009 / 21:07 h.

Sergio Sánchez presiona a un rival

En 1808, y con el general Castaños erigido en líder natural, el ejército autóctono propició que las tropas napoleónicas claudicaran en la ladera de los olivares jiennenses.

Despeñaperros, tierra de secretos y bandoleros, fue testigo de una de las batallas más cruentas de un siglo convulso, con Cánovas del Castillo y su turnismo despidiendo una centuria de leyendas y bohemios poetas.

De las letras emanaba la sabiduría y de las trincheras la pólvora. El Sevilla, fiel guerrero del XXI, reunió armamento para dinamitar Riazor, asediar las arenas de la costa gallega y proponer un plan sin fisuras.

Y Lotina, con piel de mestizo vasco y adicto a su ideología, fue el autóctono que traicionó al afrancesado, un Jiménez que ha experimentado una metaformosis lineal desde que Emery asió la brújula en Mestalla y multiplicó las dudas de un escuadrón de artillería.

Rescatado por Kanouté, Negredo y Luis Fabiano, los tres coroneles del grupo, el de Arahal fue ajusticiado públicamente. El escarnio copero del anterior ejercicio aún no ha cicatrizado en los pasadizos de Riazor, aquellos en los que Jesús Navas y Perotti firmaron la postrera retirada.

Tras la abdicación del Real Madrid de Pellegrini, el nuevo rey de los terrenales no fue el estratega que el destino exigía.

La derrota de La Coruña origina una nueva era. Un revolucionario discurso en un panorama diferente y con sabor a añejo. El bipolarismo de la guerra, con diferencia sideral entre los estados satélite y los líderes galáticos, es el futuro paisaje de una Liga en la que la trinchera de Nervión ejercerá de juez.

En La Coruña, durante los ataques de la Batalla de Elviña, Francia asió la bandera blanca colina abajo. Y en sus costas se esfumó el ruido de los cañoñes del regimiento de Jiménez. Hasta el próximo ataque.

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