Había ganas de cofradía en San Vicente. A las siete y media de la tarde un centenar de personas ya esperaba sin paraguas a la que parecía que iba a ser la primera hermandad del día en pisar la calle. Los costaleros que tomaban café en la esquina lo daban por sentado, Y dentro, los diputados de tramo repartían los cirios, las insignias, y ordenaban los puestos.
"Si hay claros para cuatro horas, podemos hacer una estación de penitencia digna", anunciaba Antonio Sánchez Padilla. Pero la algarabía terminó en lamento: "El riesgo es mucho mayor que el beneficio y nuestra ilusión", dijo finalmente a los hermanos. La cordura se impuso en San Vicente, donde los partes auguraban un riesgo de lluvia del 96% a partir de la medianoche. Llegaron las caras tristes y los aplausos.