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La crisis convierte el nuevo Pino Montano en un auténtico desierto

el 20 oct 2012 / 18:18 h.

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Bloques de pisos cerrados en la calle Estrella Canopus.
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El norte de la ciudad ha pasado a encarnar la versión urbanita del lejano Oeste. Si en el Aljarafe proliferan las urbanizaciones fantas­mas, en Sevilla la actual crisis está dejando casi vacías hasta las barriadas de VPO. Es el caso de la zona que se levanta al final de la calle Estrella Canopus, a la espalda del Parque Empresarial Torneo. Esta manzana de viviendas, algunas de protección oficial de Emvisesa, tiene dos bloques centrales -el P2 y el P3- con casi 50 pisos de renta libre por ven­der y muy pocos inquilinos, pues en los últimos meses se han producido renuncias al no conceder préstamos las entidades bancarias, a lo que se suma que muchos aguardan un me­jor tiempo para trasladarse a estos hogares inertes.

El resultado es una barriada en la que cuesta ver alguna persiana levantada, y mucho más residentes paseando por sus calles. "Hay más perros que vecinos", bromea Paqui haciendo gala de su origen trianero. Camino de su piso en la calle Estrella Vega, condensa a la perfección cómo es la vida entre estas moles de hormigón: "Se está bien, con mucha independencia, garaje y ascensor". Pese a ser un barrio "solitario", no pierde la esperanza de que "poco a poco" vayan llegando más inquili­nos y comercios a la zona.De la ausencia de vecinos hablan por sí solos los buzones del número 6 de esta misma calle: a rebosar de propaganda y sin más nombre y apellidos que la planta y puerta del domicilio. Aún así llega el reparto de Correos, aunque sobre dos ruedas y con casco para salvar la distancia: "Sólo entrego recibos de luz y agua. La verdad es que se ve poca gente por aquí", reconoce Ale, que en su recorrido por la zona orienta a dos rumanos que van recogiendo chatarra con sendos carritos. "¿Pi­no Montano? Todo recto", responde el emisario de Mercurio antes de proseguir con su vespa.

En el interior de estos edificios enrejados apenas se atisba un rayo de vida. Dos limpiadoras barren en silencio el patio que comparten once bloques construidos entre Estrella Régulo y Estrella Haris. A media mañana llegan dos jóvenes al complejo. Uno de ellos es propietario de un piso en el portal 8, donde no hay más de cuatro personas viviendo:"Aún no vivo aquí. Sigo de okupa con mis padres en Pino Montano, donde he estado estos últimos 30 años", asegura Álvaro, que pelotea en la pista de pádel del patio. Muy cerca, en el bloque diez hay una persiana levantada. Es Raúl, un joven que habita en este desierto residencial. "Demasiada tranquilidad", señala entre risas al tiempo que aclara que "se están entregando los pisos poco a poco, pues hay muchos problemas de gente a la que no le aceptan la hipoteca". Él, sin embargo, ha tenido suerte y desde hace unos meses ha cambiado el Centro por esto, donde disfruta de "un silencio sepulcral, sin vecinos a los lados". Eso sí, nada como una madre para terminar de adecentar esta vivienda de dos habitaciones y 50 metros cuadrados por la que llegó a pagar más de 90.000 euros.

Como residente de la zona conoce ya a los primeros inquilinos, a los que tiene perfectamente cuantificados. "De las 205 viviendas de estos once bloques, sólo 75 están habitadas", subraya al tiempo que señala una ventaja en los servicios de transporte público: "La línea 13 de Tussam te lleva y te trae en tres minutos. Está bien conectado el barrio", trata de convencerse a sí mismo. De una de las pocas tiendas de alimentación que hay en la zona sale Francisco. Lleva las bolsas llenas y no atina a decir el nombre de su calle: "Por ahí, al final del todo. A la espalda del Parque de Torneo". Dice que está de paso, por "cuatro años". "Estoy loco por irme de aquí. Mi familia ha sido realojada en esta zona mientras se construyen los nuevos bloques de Regiones Devastadas. Hay poca gente. Aquí cada uno va a lo suyo. Esto no hay quien lo aguante, para comprar está esta tienda o hay que ir más lejos, al Más y Más", explica este joven de 22 años.

Tanta soledad puede llegar a ser un problema para algunos, como expone Saray Pa­vón: "Al principio me agobiaba mucho, pero ya me estoy haciendo un poco a esta nueva situación. No hay ninguna tienda de ropa y muy pocos bares", apunta esta vecina del bloque 16 de Estrella Vega.Los bajos de estos dos complejos de VPO tampoco tienen vida. Tapiados y con carteles que reclaman su venta, anhelan tener un uso comercial que active la economía y dote de alegría este desolado tramo de calle.

Precisamente, en la otra acera, fluye la vida comercial. María Ángeles se acaba de hacer con un lavado de coches. "A ver si llegan más comercios y más gente, y poco a poco esto se llena de vida", vaticina sembrando optimismo ante el paisaje baldío. De esta misma opinión es Mari Loly, responsable de la panadería Espiga Dorada, en la esquina de la calle Estrella Haris: "Hay muchos pisos vacíos, y los pocos que hay no hacen vida de barrio". Para poco después dar su versión de los hechos: "Muchos lo han dejado porque no hay dinero, se han quedado en paro y no tienen para la hipoteca. También los hay que siguen con la vivienda pero no pueden disfrutar de ella porque no tienen ni para amueblarla", lamenta resignada ante la difícil situación económica que está atravesando este país. Lo cierto es que la que estaba llamada a ser la nueva zona de expansión de Pino Montano no termina de despegar. Existe en ladrillos, pero no tiene pulso por mor de la crisis.

La imagen de VPO cerradas a cal y canto contrasta con la larga lista de espera en la que muchos sevillanos sueñan con tener su propio hogar a un precio asequible. Desde la constructora (FCC) se insiste en que "se están entregando y escriturando pisos", que veremos abiertos "en los próximos meses". Pero la realidad, al menos por el momento, es la de un páramo de cemento.

“Hay pisos que llevan más de tres años vacíos”

Cuando Antonia llegó hace tres años apenas tenía vecinos. Su piso es una VPO de alquiler con derecho a compra de la calle Estrella Vega, en la zona nueva de Pino Montano, más conocida como Nuevas Estrellas.

Como presidenta vecinal, asegura que Emvisesa tiene aquí muchas viviendas protegidas, en alquiler y en alquiler con derecho a compra, de las que "un porcentaje" está reservado a reinserción social, lo que, a su juicio, genera "algunos problemas de convivencia" con la entrada y salida de familias procedentes de zonas desfavorecidas. A ello se suman "los muchos desalojos" que se producen en la zona, "unos con motivos y otros sin motivos", pues como bien reconoce "tampoco es tener una vivienda gratis". Antonia apunta que muchos vecinos de las Nuevas Estrellas "intentan sobrevivir" en una barriada en la que falta hasta conciencia vecinal para reclamar los servicios básicos que urgen en este enclave nuevo de la ciudad. Reconoce, no obstante, que "hay pisos vacíos desde hace tres años" frente a la lista de espera de sevillanos que anhelan poseer su primera vivienda. "Dicen que van llamando, lo cierto es que mientras hacen los trámites y lo rechazan o no... pasan meses y meses".

Esta representante vecinal reconoce pues que la burocracia retrasa la entrega, por lo que pide más celeridad para responder a los 15.000 demandantes que hay en Sevilla. En este sentido, Antonia explica que "este mismo verano se han entregado 15 viviendas protegidas que llevaban más de tres años vacías", al tiempo que advierte de que "aún hay más pisos sin inquilinos en la zona". Insiste en que la crisis actual no ayuda mucho, pero tampoco el importe que se pide por un local en los bajos de estos bloques fantasmas:"No hay dinero para montar un comercio. Emvisesa no deja de poner carteles por to­dos lados, pero sólo robando un banco se puede abrir un negocio". Igual­mente critica el elevado coste que alcanzan los alquileres: "Es precio es caro. Tenemos una VPO en alquiler y parecemos pro­pietarios, abonando seguros y de todo ¡Como si estuviéramos en Los Remedios!", exclama indignada.  

 

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