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La crisis de las familias mal avenidas

Las crisis, recesiones o malos momentos económicos los padecemos todos, aun cuando a los que se encuentran en la frontera de poder llegar a fin de mes, esa subida de la marea les alcance antes que los que han tenido la suerte o precaución de poner su sombrilla más alejada de la fluctuante orilla.

el 15 sep 2009 / 08:17 h.

Las crisis, recesiones o malos momentos económicos los padecemos todos, aun cuando a los que se encuentran en la frontera de poder llegar a fin de mes, esa subida de la marea les alcance antes que los que han tenido la suerte o precaución de poner su sombrilla más alejada de la fluctuante orilla. Lo que ocurre es que en esta ocasión la pleamar está superando todas las previsiones y se está llevando hasta las tumbonas de los chiringuitos, que por, cierto, también sufren y mucho, los efectos del desastre, pues de las reservas de paella, han pasado a la sardina y de sus raspas a la cervecita pelá y mondá. Vamos, un auténtico tsunami y vendaval que, a diferencia del resoplido del lobo de los tres cerditos, en este caso, lo que se está llevando primero por delante es la casita de ladrillos, con su hipoteca y todo.

Y de los que más sufren y se acuerdan de San Pancracio y santa Rita de Casia, son esas familias que hace tiempo renunciaron a vacaciones, que bastante tienen con sobrevivir, y que encima entre la angustia de no saber si les van a ejecutar un crédito hipotecario inflado para sus mermados recursos, y lo difícil que resulta una convivencia que implica renuncia y sacrificio, deciden dar el paso hacia la ruptura o el divorcio. La ruina absoluta, el advenimiento de la más absoluta miseria, porque ahora además toca repartir, y a poco se cabe cuando la pareja cuenta con más pasivo que activo. Ante esa triste, alarmante y clara previsión, hoy se está produciendo que muchas familias a las que el agua les llega a la altura de las orejas, decidan pensárselo, frenando sus impulsos y dándose segundas oportunidades o, sencillamente, alcanzando un cordial compromiso de guerra fría, de separación de cuerpos y almas pero en el mismo domicilio que tienen que seguir pagando. Ha bajado, una consecuencia más de la crisis, el número de divorcios en nuestro país. Como decía Belmonte, más cornadas da el hambre.

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