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«La crisis ha forzado a la Orden de San Juan de Dios a atender nuevas pobrezas»

La Orden Hospitalaria de San Juan de Dios reúne a más de 1.400 hermanos, más de 50.000 profesionales, 7.000 voluntarios y más de 300.000 benefactores-donantes hacen posible un revelador concepto de atención socio sanitaria. Esta semana recuerdan la figura de su fundador.

el 08 mar 2014 / 23:09 h.

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Sevilla 07/03/2014 Hermano Soria (San Juan de Dios)Foto: Pepo Herrera El hermano José Antonio Soria, superior del Hospital de San Juan de Dios de Sevilla, en la calle Eduardo Dato. / Pepo Herrera Ha pasado buena parte de su juventud en África, a donde ha llevado «el carisma de la hospitalidad» de la Orden de San Juan de Dios. Ahora el hermano José Antonio Soria está al frente del hospital que esta institución tiene en la avenida de Eduardo Dato de Sevilla y donde se ofrecen cuidados paliativos para enfermos en fase terminal. Pese a ello, aquí también hay un momento para celebrar el día de San Juan de Dios o Juan Ciudad. ¿Cómo se vive la fiesta en el día a día del hospital? Es un hecho muy importante a nivel de todos los centros que tenemos repartidos en 52 países con más de 300 obras asistenciales. Para todos los integrantes, tanto hermanos, trabajadores, voluntarios y bienhechores anónimos, es un día especial y esencial pues se celebra la fiesta de la hospitalidad, que es lo que define nuestra institución. Y lo hacemos con charlas, misas y distintas actividades en las que hacemos partícipes a todos, incluidos a los enfermos que atendemos. ¿Qué supone la orden de San Juan de Dios en Sevilla? Aquí tenemos una presencia muy variada:desde el hospital de San Juan de Dios de Bormujos de referencia para casi 280.000 personas de la zona del Aljarafe y con tecnología de calidad hasta la realidad de este centro [por el de Eduardo Dato], reservado a la atención de personas a punto de morir con una unidad de cuidados paliativos y con otra de atención temprana para niños de 0 a seis años con riesgo de sufrir una discapacidad. No hay que olvidar el centro de Alcalá de Guadaíra, especializado en discapacidad intelectual y la residencia de la calle Sagasta para los más mayores. ¿Qué mueve las distintas obras que tiene en marcha la orden? Una de sus principales características es que a lo largo de su historia –que son casi 500 años– ha sabido adaptarse a los tiempos y, sobre todo, a las necesidades de la gente, que al fin y al cabo es nuestra misión: dar respuestas a las problemáticas de la gente, a la enfermedad, a la pobreza y, en muchos casos, a la miseria. Una misión que le lleva a estar en los cinco continentes, incluido Cuba,país donde la libertad de expresión ha estado tan cuestionada. La necesidad, la pobreza y la enfermedad no saben de religiones, ni de culturas, ni de situaciones políticas ni económicas. ¿Qué vigencia tiene el mensaje de San Juan de Dios cinco siglos después y con la actual crisis? La crisis se presenta como una oportunidad para la orden, pues nos obliga a salir de nuestras estructuras, donde ya no es la enfermedad sino la pobreza lo que hace pasarlo mal a muchas familias. No podemos excluirlos ni concentrarnos en aspectos concretos, sino que esta situación nos empuja a salir a las calles para ver que hay personas que no tienen un techo donde dormir ni comida para sus hijos. San Juan de Dios dio respuesta en la Granada del siglo XVI, y la orden trata de dar respuesta a los problemas del siglo XXI. En muchos casos continúan las mismas miserias cinco siglos después, eso sí, en otro contexto y en otra circunstancia, pero con los mismos sentimientos de sufrimiento y necesidad que entonces. ¿Qué nuevos retos se dibujan en esta coyuntura? Muchos. El primero de ellos es atender a las nuevas pobrezas y necesidades que han ido surgiendo de la nueva situación económica. Para ellas, se ha tratado de dar respuesta abriendo en 2010 un comedor social para personas sin recursos en la calle Misericordia, en pleno Centro de Sevilla, y que actualmente atiende a 150 personas diarias. Así, en Jerez de la Frontera hemos abierto un economato social para ayudar a las familias más desfavorecidas. Por otro lado, en casi todos nuestros centros tenemos una comisión de desarrollo solidario que ha nacido con la crisis, donde se analizan y se ven las peticiones de ayuda a familias, como pagos de recibos de luz, de agua o de transporte escolar para los pequeños. En este centro de Eduardo Dato, por último, se ha abierto una unidad de atención odontológica que, con la colaboración con una clínica, atiende a gente de la calle sin recursos. El voluntariado es fundamental en esta nueva tarea, ¿cómo está siendo la respuesta de la sociedad? En situación de crisis la gente se vuelca más y gestionamos mejor los pocos recursos. La orden ha sabido ganarse el respeto, la confianza y la credibilidad de la sociedad y sobre todo de los bienhechores. Nosotros nos sentimos en la obligación de dar un plus a la persona que lo necesita, y eso sólo se consigue a base de mucho bienhechor, mucho voluntariado y mucho compromiso de los trabajadores. Por eso aunque hay muchos voluntarios, nos gustaría que hubiera más, puesto que son ellos los que dan un toque de humanización a nuestra labor: que se sientan, hablan, preguntan por los sentimientos... No tanto desde un punto de vista médico, sino de cercanía, escucha y comprensión. Otra característica de la institución es «ser solidarios con quienes no están cerca»... La Provincia Bética, a la que pertenece Sevilla y buena parte de Andalucía, está implicada en la construcción de un hospital de traumatología y ortopedia en la ciudad de Duala, en Camerún. La primera fase se inaugura la próxima semana, pero necesitamos más ayudas de bienhechores y administraciones.

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